Atrae el largo plazo
Desde el pasado verano asistimos a un hundimiento generalizado de los tipos de interés a largo plazo, nominales y reales. Este fenómeno no es nuevo en los mercados, pero sí resulta sorprendente en un entorno de restricción monetaria. De esta forma, el actual ciclo se diferencia de la mayoría de anteriores en que las subidas de tipos de intervención y expectativas de tensionamiento de los mismos tipos, caso del BCE, no están viéndose correspondidas con un repunte de los tipos a largo plazo al contado y a plazo.
Aunque este fenómeno se sigue con atención desde hace meses en la comunidad de analistas, ha sido en estas últimas semanas cuando instituciones internacionales y bancos centrales han entrado de lleno en el debate. El consenso coincide en hacer referencia a la coexistencia de varios factores para tratar de explicar las causas de esta evolución: en primer lugar, se alude al efecto depresor sobre las expectativas de crecimiento potencial a medio y largo plazo que provoca la existencia de desequilibrios macroeconómicos.
Vivimos una inmejorable oportunidad para que agentes con solvencia extiendan el plazo de sus operaciones de financiación
Por otro lado, la mayor credibilidad de los bancos centrales en su lucha contra la inflación puede haberse trasladado a una disminución de la prima de riesgo contenida en los tipos a largo. Además, factores de índole demográfica pueden estar derivando en una mayor propensión al ahorro, cuyo destino prioritario son activos con riesgo reducido.
En cuarto lugar, e íntimamente ligado al anterior factor, las reformas de sistemas de pensiones están forzando a los gestores de planes, fondos y aseguradoras a materializar una mayor proporción de sus activos en instrumentos de renta fija. Finalmente, no podemos obviar el poder del mercado; es decir, el posicionamiento especulativo o no de los inversores, que puede exacerbar las tendencias.
A medida que los anteriores factores se ajusten, esta situación tenderá a normalizarse. Mientras tanto, vivimos una inmejorable oportunidad para que agentes con elevada solvencia extiendan el plazo de sus operaciones de financiación.
José Manuel Amor y Johanna M. Prieto son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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