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Reportaje:TEATRO

Canto de cisne

Javier Vallejo

De entre las obras canónicas de Lope de Vega, El castigo sin venganza es la menos conocida del gran público. Cuando la entregó a la compañía de Manuel Vallejo, el dramaturgo frisaba los setenta, había visto cómo le silbaban dos comedias, y cómo la generación de Calderón (38 años más joven) comenzaba a imponerse en los corrales y en el escenario del Palacio del Buen Retiro. Lope se queja en el prólogo de que se dio una sola representación, "por causas que a vuestra merced, señor lector, importan poco", pero sobre las que se ha escrito mucho. El castigo sin venganza es una tragedia inspirada en sucesos reales, novelados por Matteo Bandello. En 1425, en Ferrara, el marqués Niccolò envió de viaje a su segunda esposa y a su hijastro, que se llevaban a matar. El odio se convirtió en amor, un sirviente se lo contó al marido y éste decapitó a los amantes. Bandello compara con Fedra a la protagonista de esta historia, que publicó en Le prime parte delle novelle. Lope leyó la traducción española de la versión francesa, y asistió probablemente a una representación, en clave de commedia dell'arte, de la compañía italiana de Antonio Ganassa, que actuó mucho en Madrid a principios del XVII.

Otra fuente de El castigo sin venganza es la historia bíblica de David y Absalón, citada en el acto tercero: el hijo raptó a las concubinas de su padre, y lo pagó con la vida. Se cree que la obra fue censurada tras el estreno. Según algunos, porque la historia triangular que narra evoca la de Felipe II, Isabel de Valois (su joven esposa) y el príncipe don Carlos, muerto en circunstancias extrañas. Es mucho más probable que José de Pellicer, cronista de Felipe IV, se viera reflejado en el papel de Ricardo, secretario culterano del protagonista de El castigo sin venganza, y que moviera sus influencias para parar los pies a Lope. Éste ya había ridiculizado a Pellicer en otra comedia, La noche de San Juan, estrenada seis semanas antes, y en algún soneto de sus Rimas de Burguillos. Ambos escritores se atacaron sin cesar desde que, en 1629, compitieron por el cargo de cronista real, con el que el Fénix pensaba asegurar su vejez: Pellicer se llevó el gato al agua. El teatro español estaba mutando. Los autores jóvenes habían iniciado la reforma de la comedia nueva, y habían desplazado a Lope de su trono. El castigo sin venganza es una respuesta de Lope a sus rivales, usando sus propias armas: lenguaje trágico, acción subordinada siempre al tema principal y abundancia de soliloquios (aunque no tan largos como los de Calderón, a cuya Vida es sueño alude en el primer acto). Contra su costumbre, corrió a dar su obra a la imprenta. Se fue a Barcelona, pues en Castilla estaba prohibido imprimir teatro por aquel entonces. La edición siguiente apareció con un subtítulo revelador: Cuando Lope quiere, quiere.

]]>El castigo sin venganza]]> vol-

vió a representarse dos o tres veces en fechas próximas a la muerte de Lope. Un par de décadas más tarde se publicó en neerlandés. Durante el periodo neoclásico, el Fénix es despreciado, porque sus obras no se adaptan al gusto francés, y es difícil refundirlas. Bernardo de Iriarte sólo incluyó tres en su selección de sesenta clásicos del teatro español, hecha por encargo gubernativo. Los románticos dan la vuelta a la tortilla, reivindican la libertad formal de Lope, y lo llevan a escena con frecuencia, pero se olvidan de El castigo sin venganza, que Alberto Lista compara con Macbeth. María Guerrero y Antonio Vico la ponen en escena en varias ocasiones. La Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza inauguran con esta obra el Teatro Avenida, de Buenos Aires. Ricardo Calvo la incluye en su temporada popular de teatro clásico. Cayetano Luca de Tena la dirige en 1943. En los últimos veinte años han montado El castigo sin venganza Miguel Narros, en Bruselas; Víctor Castillo, en México; Yolanda Mancebo, en Chile, y Adrián Daumas, en el Festival de Almagro. Eduardo Vasco traslada a la acción a la época de Mussolini, en el montaje que estrena el 21 de abril en Madrid, con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. El mismo día, el Teatre Nacional de Catalunya estrena Fuente Ovejuna, dirigida por Ramon Simó.

]]>El castigo sin venganza.]]> Madrid. Teatro Pavón. Del 21 de abril al 12 de junio.

Marcial Álvarez y Clara Sanchís, en un ensayo de 'El castigo sin venganza'.
Marcial Álvarez y Clara Sanchís, en un ensayo de 'El castigo sin venganza'.

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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