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AJEDREZ

Ligar o trabajar

Blancas: Baréiev. Negras: Judit Polgar. Defensa Eslava. Hastings (Reino Unido), diciembre de 1993.

La entrada de la húngara Judit Polgar en la élite del ajedrez fue traumática para la hegemónica masculinidad. Y no sólo porque los jugadores ya no podían usar indistintamente los retretes de señoras y caballeros, sino porque algunos mezclaban sus deseos de flirtear con su trabajo. La posición del diagrama aparece en el nuevo e interesante libro 300 rompecabezas de ajedrez (Ediciones Tutor), de Leonard Barden, insigne corresponsal de ajedrez de The Guardian y presente en el torneo de Hastings 1993, cuando Judit tenía 17 años. Sostiene Barden que Baréiev intentó ligar con ella incluso durante la partida -¡algo insólito en la élite!- y que probablemente por eso se convenció de que las tablas eran inevitables tras 1... Rb5 2 Rc3, Rc6 3 Rc4. Sin embargo, las blancas están perdidas, y el final es muy instructivo. Las blancas tienen que evitar que el rey negro vaya a d5, o que apoye c4 y, tras cambiar peones, se coma el peón de e5. Hay que aplicar el principio de las casillas conjugadas: para hacer tablas, las blancas necesitan que les toque jugar a las negras en las siguientes posiciones de los reyes: c4-c6, c3-b5 y d3-b6 (la del diagrama). La clave es que las negras disponen de dos casillas de espera, c7 y b7, para saltar a dos de las casillas conjugadas, c6 y b6, mientras que el rey blanco sólo cuenta con d3 para acceder a c3 y c4, según convenga. Por eso, Judit ganó con una sencilla, pero magistral, triangulación: 1... Rc7! 2 Rc3, Rb7!!, y Baréiev se rindió porque tras 3 Rd3, Rb6 (la misma posición inicial, pero ahora le toca jugar al blanco) 4 Rc3 (o bien 4 Rc4, Rc6 5 Rc3, Rd5, ganando) 4... Rb5 5 Rd3, Rb4 6 Rc2, c4, caería e5.

Correspondencia: ajedrez@elpais.es

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