Un añito
Es poco tiempo para juzgar al nuevo Gobierno desde el punto de vista que uno puede tener, que es el de la sociedad tranquila y criticona; sobre todo, porque sus acciones están respondidas por reacciones muy fuertes. Zapatero es un hombre de una izquierda posibilista y una mentalidad que yo llamaría republicana -independientemente de que haya un Estado monárquico con un rey, más bien decorativos- que trabaja desde un sistema dirigido por un imperio, apenas contrarrestado por una coalición europea, y que ese sistema es un capitalismo arrollador, establecido antes pero lanzado sin límites después de la caída del bloque soviético. Ese sistema, en cambio, ampara a la oposición, es aliado de ella. No es fácil. Creo que es la primera vez desde el establecimiento de Franco que se gobierna fuera del marco de Estados Unidos, hasta un cierto punto, y frente a una oposición que tiene los tres mayores apoyos del mundo: el capital, la situación militar, el catolicismo, que de una manera totalmente impensada se ha revelado como una fuerza enorme, apoyado incluso por quienes no lo profesan y hasta por los que se han sentido sus enemigos. Tengo la idea de que esto no ha sido meramente circunstancial y obedece a la idea de que el enemigo que han diseñado en contra es un terrorismo islamista que no pueden sufrir ni siquiera los estados islámicos, porque la revolución devoraría inmediatamente a sus jeques, príncipes, emires, reyes y presidentes. Creo encontrar como una idea de que el Papa -y el papado- que fue anticomunista no tiene fuerza contrarrevolucionaria, sin embargo, para oponerse a la tradición de sociedad angélica, obediente y pura de las prédicas. Pese a todo ello, la España retrógrada está sufriendo golpes rudos por el gobierno de un añito, en cuestiones de igualdad de sexo, de protección a los sexos no oficiales, de divorcio; aunque con un silencio inquietante ante la cuestión de la eutanasia. La inmigración está teniendo una solución lenta y distorsionada. La justicia no ha podido ser aún reformada, la economía mantiene el sentido moderado de su entorno.
La oposición se ha vuelto montaraz. La reelección de Bush tras las mismas faltas de mentira y guerra que se llevaron a Aznar les da ánimos, y el estilo de preguerra civil cunde en su alma de vieja guardia. Niegan todo, critican todo, insultan todo, abarcan todo. Es una rémora, y a veces se nota cierto retraso, cierta timidez en proseguir lo iniciado con tanto brío.
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