Osasuna se baja del tobogán

Tras doce encuentros sin vencer, Osasuna por fin se bajó del tobogán. Para poner fin a esa nefasta racha, los de Aguirre tuvieron que encontrarse ante un equipo ya teóricamente salvado y que salió a jugar por obligación y nunca por convicción. Los navarros, una caricatura del equipo imponente que allá por el mes de diciembre ocupaba la sexta posición de la Liga, por lo menos se encontraron con su faceta más gris y plúmbea, pero también la más importante a lo largo de su historia: mantener la portería a cero.

Los defensas navarros fallaron pases, despejes, cesiones, rompieron fueras de juego y dejaron marcas libres, pero Elía no tuvo que agachar los riñones ni una sola vez en 90 minutos, lo que para el equipo más goleado de la Liga vale todavía mucho más. Durante la primera parte, además, apenas pudieron enlazar una jugada digna, salvo el papel siempre convincente de Pablo García.

Los peores augurios recorrían El Sadar cuando, tres minutos después de la reanudación, el uruguayo servía una falta desde la izquierda que Morales desvió por alto para que Webó rematase a placer. Pero un equipo muerto como el Racing de ayer se puede reanimar a golpe de individualidades. En el minuto 85, un desaparecido David Aganzo lanzó desde fuera del área un zapatazo que se escapó por milímetros y que, por mor de la estadística, suponía el primer disparo visitante en todo el partido.