Munúa concede el empate
Un fallo del portero del Deportivo permite al Villarreal ganar un punto a cinco minutos del final
Había logrado desplazar a un intocable como Molina sin que casi nadie discutiese esa decisión de Javier Irureta. En un conjunto necesitado de novedades, Munúa había aportado cierta frescura y desde hace ya más de dos meses se consolidaba como la nueva opción para la portería del Deportivo. Pero la mala sombra que siempre amenaza a los guardametas lo esperaba anoche con el partido a punto de agotarse. Faltaban cinco minutos y Munúa regaló un balón en el área pequeña a la salida de un córner. Fue gol, por supuesto, y proporcionó el empate al Villarreal, que estuvo a punto de irse de vacío tras reunir más méritos que el Depor.
Hay veces en que el Deportivo parece haber retrocedido tres decenios o haber dado un salto en el espacio hacia otras latitudes futbolísticas. El fútbol de hoy, al menos el que se juega en Europa, es pariente directo del vértigo y al que se empeñe en jugar con el ritmo moroso que nos sorprende ahora en las imágenes en blanco y negro de los viejos partidos lo suelen atropellar sin mucha consideración.
DEPORTIVO 1- VILLAREAL 1
Deportivo: Munúa; Manuel Pablo, Coloccini, Andrade, Romero; Sergio, Mauro Silva; Víctor (Scaloni, m. 77), Valerón, Munitis (Fran m. 55); y Tristán (Luque, m. 60).
Villarreal: Reina; Armando Sá, Peña, Arzo, Arruabarrena; Senna (José Mari, m. 78), Josico, Riquelme, Sorín; Guayre (Figueroa, m. 67) y Forlán (Héctor Font, m. 88).
Goles: 1-0. M. 63. Gran lanzamiento de falta de Luque desde fuera del área que entra pegada al palo.
1-1. M. 85. Munúa no logra agarrar el balón a la salida de un córner y Arzu, de rebote, resuelve en medio del barullo.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Senna y Arrubarrena.
Unos 28.000 espectadores en Riazor.
Pero hay días en que el Depor cree que puede jugar como si viviera en otra época. Elabora con parsimonia y sin un mal pelotazo. Y su fútbol resulta tan correcto como carente de la menor capacidad para la sorpresa.
Ayer, además, no estaba Luque, uno de los pocos capaces de cambiar la velocidad al equipo. También lo consigue a veces Valerón, que se mueve lento, pero piensa muy rápido. Contra el Villarreal le faltó la claridad mental y dejó al descubierto la pesadez de sus movimientos. Para completar el cuadro sólo faltaba Tristán, que no gana una carrera ni en un partido de veteranos. Sus achaques adquirieron un cariz lastimoso al comienzo de la segunda parte, cuando sufrió una lesión muscular tras golpear la pelota en el lanzamiento de una falta. Como no había otra cosa disponible, tuvo que entrar Luque que estaba en el banquillo casi por estar, tras haberse lesionado el sábado en un entrenamiento.
El Villarreal, equipo imbuido de americanismos, también es fiel al consejo de escribir despacio para no estropear la letra. Y así salió el partido, muy exquisito en las formas, jugado con impecable corrección académica, pero escaso de brío y pasión, anodino en muchos momentos por su falta de intensidad. Con todo, el Villarreal estuvo ligeramente por encima del Deportivo en la primera parte. Venía de jugar el jueves en la Copa de la UEFA y de sufrir un duro revés tras caer en casa ante el AZ, holandés. Aun así, entró al partido con más frescura y, al menos, fue capaz de acelerar al juego al aproximarse al área rival, cuando entraban en escena Guayre y Forlán para aprovechar los suministros de Riquelme, bastante discreto toda la noche.
Aunque en la primera parte desperdició dos claras ocasiones, el Villarreal no acabó de imponer su mayor vitalidad y, tras el descanso, pareció incluso ceder ante un Deportivo que ganó cierta ligereza en su juego. Llegó entonces la lesión de Tristán y la sensación de orfandad para la delantera del Depor porque a Luque se le suponía en el banquillo a beneficio de inventario. Irureta, sin embargó, le llamó. Al fin y al cabo, el pinchazo muscular lo sufría en la pierna derecha y, aunque no corriese bien, podría aprovechar la potencia de su zurda. Se calentó lanzando una falta nada más comparecer en el campo. A la segunda, desde fuera del área, batió a Reina.
El Depor se amuralló entonces para defender el gol y dio la impresión de que la fortuna no iba a traicionarlo. Desmelenado, el Villarreal no acabó de encontrar la puntería ante un rival resignado ya a su papel de resistente. Hasta que el regalo de Munúa redimió a los amarillos de su escasa contundencia.
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