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'Como queríamos demostrar'

Juan Ignacio Crespo

En el primer trimestre de 2005 los fondos de inversión contrariaron la mayor parte de los pronósticos que para ellos se habían hecho al terminar el año anterior, ya que parte de los mercados de renta variable se mantenían en negativo (caso de alguno de los norteamericanos) o con una revalorización muy pequeña, mientras que los de renta fija habían iniciado una senda claramente descendente desde mediados de febrero.

Así y todo, el conjunto de los 4.700 fondos que se comercializan en España cerró el primer trimestre con una rentabilidad media de 2,40%, medida en euros (de ellos, la mitad superaron el 1,43%). O visto de otra forma, de las 150 categorías diferentes en que está clasificado este universo de fondos, 141 van proporcionando un rendimiento positivo en 2005, mientras que de las nueve restantes sólo hay dos que tengan pérdidas llamativas: los fondos tecnológicos, del 3%, y los de biotecnología, de casi el 12%. A lo largo del trimestre, la mayoría de los fondos de renta variable realizaron varios viajes de ida y vuelta, acumulando pérdidas durante las tres primeras semanas de enero, y experimentando después una fuerte recuperación que los llevó hasta su mejor momento del trimestre para más tarde volver a ceder parte de la rentabilidad acumulada e iniciar abril con poco más que los dividendos cobrados.

Uno de los aspectos del primer trimestre fue la subida de los tipos de interés de largo plazo que se inició a mediados de febrero. Entre esa fecha y casi finales de marzo fue de tal intensidad que el conjunto de los fondos de renta fija acumuló pérdidas medias del 2%. En las últimas tres semanas se ha producido una ligera recuperación del 1,22%, lo que deja a los fondos de renta fija en una situación relativamente confortable, por el momento, con una ganancia acumulada en el año del 2,44% (aunque algunas categorías de fondos de renta fija emergente o de fondos de elevado rendimiento hayan sufrido un castigo muy duro en marzo).

Entre los pronósticos para 2005 que, por ahora, no se van cumpliendo destaca el que se refiere a la depreciación del dólar, que a principios de año se daba por descontado que habría de continuar; por el contrario, ha pasado de 1,36 a 1,28 dólares por euro, evolución ésta que ha favorecido fuertemente la rentabilidad de los fondos europeos que invierten en Norteamérica.

Para el resto del año, el telón de fondo sigue caracterizado por la subida de los tipos de interés en EE UU y por el mantenimiento del precio del barril de petróleo en unos niveles elevadísimos. Es bien sabido que una combinación de este tipo es letal para el crecimiento económico, y para calibrar la amenaza que representa no hay más que recordar que ya hace nueve meses desde que la Reserva Federal inició la subida del tipo de interés del interbancario a un día (llevándolo del 1% al 2,75%) y que durante esos mismos nueve meses el precio del barril de petróleo ha subido un 70%. Por ahora, sin embargo, ese impacto sobre la marcha de las economías norteamericana y mundial apenas se ha hecho notar. Sólo muy recientemente ha cundido el nerviosismo a propósito de las eventuales subidas futuras de los índices de precios, facilitando los incrementos que han experimentado los tipos de interés de largo plazo y el aumento del diferencial que pagan los bonos especulativos por encima del rendimiento que proporciona la deuda pública.

Es ésa la amenaza que pesa sobre el día a día de los mercados financieros y sobre el valor liquidativo de los fondos de inversión. Y aunque empiece a ser demasiado manifiesta como para ignorarla, parece existir una difundida esperanza de que "esta vez va a ser distinto", y que el menor peso de la industria en los países más avanzados, así como la fuerte competencia que impide a las empresas repercutir el incremento de los costes sobre el precio final (por no hablar de la ausencia de presiones salariales) termine por evitar un repunte de la inflación que pudiera llevar a la peor combinación posible: inflación sin crecimiento económico.

De ahí la cautela de los partícipes ante los altibajos, a lo largo del primer trimestre, de la rentabilidad de los fondos de renta variable que lo mismo se incrementaba fuertemente (los que invierten en la Bolsa española llegaron a acumular en promedio un 7%) que iniciaba una retirada hasta quedarse en menos de la mitad ( un 3,17% a finales de marzo para los mismos fondos de renta variable española).

Durante los meses de primavera probablemente vaya a seguir siendo así, con los fondos de renta fija y variable destejiendo un mes lo que tejieron el anterior, para iniciar los de Bolsa una subida de más alcance en pleno verano. Para entonces, la situación habrá madurado lo suficiente como para poder evaluar si, caso de haberse alcanzado un nuevo máximo, ése habrá sido el nivel más alto del año.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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