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Miles de chinos atacan con piedras, botellas y huevos la Embajada de Japón en Pekín

La revisión de los libros de historia que minimiza la invasión japonesa desata la protesta

El sentimiento antijaponés estalló ayer en Pekín. Varios miles de chinos, la mayor parte estudiantes, se concentraron ante la Embajada de Japón -en el centro de la capital- y arrojaron piedras y botellas de agua por encima de los muros de la legación. Al grito de "Abajo los japoneses" y "Aplasta el sueño japonés de lograr un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU", también atacaron la residencia del embajador, en otra zona de la ciudad, y rompieron ventanas en protesta por lo que China considera la negativa de Tokio a asumir su pasado agresor.

Alrededor de 500 policías se apresuraron a proteger el edificio, pero la muchedumbre arremetió contra el cordón policial. También fueron atacados una oficina del Banco de Tokio, de Mitsubishi y algunos restaurantes.

Los manifestantes pidieron el boicot a los productos japoneses y criticaron la aprobación el pasado martes por parte de Tokio de un libro de historia, que, según Pekín, obvia las atrocidades cometidas por el Ejército nipón durante la invasión de China en las décadas treinta y cuarenta del pasado siglo. Sólo en la matanza de Nanjing fueron asesinados entre 100.000 y 300.000 civiles y prisioneros de guerra.

Las protestas comenzaron por la mañana en el noroeste de la ciudad, en el distrito universitario de Haidian, donde más de 6.000 personas se reunieron ante un centro comercial en el que se venden productos de electrónica, muchos de ellos japoneses, y quemaron una bandera. La manifestación es la mayor de Pekín desde 1999, cuando muchos ciudadanos asediaron la sede diplomática de Estados Unidos después de que aviones de la OTAN bombardearan la Embajada china en Belgrado durante la guerra de Kosovo. En ambas ocasiones, la protesta ha estado marcada por un fuerte carácter nacionalista. "Larga vida a China", cantaron ayer algunos manifestantes. En los cruces de muchas calles, la policía instaló barreras e impidió el paso de los coches, lo que originó algunos atascos.

Pekín prohíbe normalmente las concentraciones, pero ayer mantuvo un control distante y no impidió las marchas, que fueron convocadas por medio de mensajes de teléfono móvil e Internet. Aunque no ha trascendido quién organizó el acto, las protestas políticas no son autorizadas en China salvo que exista el acuerdo tácito del Gobierno. Pekín permite ocasionalmente pequeñas concentraciones -de unas docenas de personas- ante la representación japonesa en aniversarios clave de la guerra. La semana pasada, varias personas rompieron las vitrinas de un supermercado japonés en la ciudad de Chengdu. Según la prensa, 20 millones de chinos han firmado en contra del deseo de Tokio de lograr un asiento permanente en el Consejo de Seguridad.

Tokio calificó de "muy lamentables" los incidentes y pidió a las autoridades chinas, por medio de su embajador, Koreshige Anami, que garantice la seguridad de los residentes y los bienes japoneses. Pekín pidió disculpas. "En nombre del Gobierno, ofrezco mis sinceras simpatías y pido disculpas", dijo el viceministro de Exteriores, Qiao Zonghuai. Las rencillas entre China y Japón se deben también a conflictos territoriales, por el petróleo y por el liderazgo en la zona.

Una multitud de chinos enarbola pancartas con lemas antijaponeses durante la manifestación de ayer en Pekín.
Una multitud de chinos enarbola pancartas con lemas antijaponeses durante la manifestación de ayer en Pekín.ASSOCIATED PRESS

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