Inválidos o borrachos
Inválidos o borrachos. Ésta es la cuestión. Pero el secreto se lo llevaron los toros al desolladero y nunca se descubrirá el misterio, asunto que hace tiempo importa poco a la autoridad, y, quizá, alguien cuando consuma la carne sea capaz de distinguir si el solomillo está fofo y tiene un ligero sabor a whisky.
El problema no es que fueran bravos o mansos, blandos o poderosos; es que los toros, especialmente los cuatro primeros, estaban noqueados, amuermados, sin hálito de vida.
La gente pidió silencio para ver torear a Manzanares, pero tenía delante un moribundo. Le arrancó dos chicuelinas de las suyas y se acabó. En el inválido cuarto hizo un esfuerzo supremo, y trazó algunos muletazos superficiales y dos naturales muy largos y templados, por lo que fue obligado a dar la vuelta al ruedo.
Alcurrucén / Manzanares, Vega, Manzanares hijo
Toros de Alcurrucén, el tercero devuelto por inválido, desiguales de presentación, mansos e inválidos; primer sobrero de Fermín Bohóquez, devuelto; segundo, del mismo hierro, manso y descastado. José María Manzanares: pinchazo, casi entera que asoma y seis descabellos (silencio); pinchazo, media baja y un descabello (vuelta). Salvador Vega: estocada (ovación); estocada (oreja). José María Manzanares hijo: estocada (silencio); dos pinchazos y estocada (palmas). Plaza de la Maestranza. 9 de abril. Novena corrida de feria. Casi lleno.
Aromas estéticos despide Salvador Vega, quiere torear despacio y se gusta, a veces más de la cuenta. Maneja el capote con soltura, pero, muleta en mano, es moderno y vulgar porque torea al hilo del pitón y no se cruza. Le dieron un oreja lo que, posiblemente, le permita ahondar en su error. Dio muchos pases, algunos estimables, pero no toreó.
A Manzanares le devolvieron el tercero en un decisión insólita del presidente y se las vió con un feo manso con el que sólo pudo demostrar voluntad y algo de pesadez. Muy dificultoso fue el sexto, sin recorrido, le puso los pitones en el pecho y no le permitió confianza alguna. Porfió, se jugó la cornada y se le agradeció el valor.
Babelia
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