Holanda desarticula una mafia de tráfico de menores
La policía holandesa ha desarticulado una banda de traficantes de menores que operaba con ayuda de dos empleados del aeropuerto de Amsterdam (Schiphol). Entre los 18 detenidos hay holandeses de origen chino y una pareja con sendos pasaportes turco y búlgaro. Los pequeños, que pueden sumar hasta 20, según los agentes, procedían de China y eran vendidos a otros países europeos como mano de obra. Los que no fueron enviados a talleres textiles y restaurantes, acabaron en burdeles. Los precios por cada entrega alcanzaban los 15.000 euros.
Las investigaciones empezaron en noviembre cuando la asociación holandesa Nidos, dedicada a velar por los menores sin hogar, denunció la desaparición de varios residentes chinos de sus hogares temporales de acogida. "La banda los introducía en el país a través del aeropuerto con documentos falsos. Luego los mandaba a Francia o Italia, donde eran vendidos", señaló ayer Frederique Hermie, portavoz de la policía.
Los trabajadores de Schiphol, adscritos a la zona de equipajes, los sacaban del recinto con sus pases sin llamar la atención. Hasta la fecha, sólo dos de los niños han podido ser localizados, según Hermie.
Las leyes holandesas contemplan la figura del menor de edad que llega solo al país, en general por vía aérea, y pide luego asilo. Mientras se resuelve dicha solicitud, que implica averiguar primero el país de origen y la posterior búsqueda de familiares biológicos, se utilizan los servicios de grupos como Nidos para alojarles. Cuando se trata de niños africanos de corta edad y de raza negra, suele ser difícil comprobar el lugar de nacimiento. En esta ocasión, los responsables comprobaron que varios de los chicos que estaban a su cargo, siempre chinos, salían de las casas para no regresar. Ello sin haberse aclarado aún su situación legal. La policía sospecha que varios de los desaparecidos eran mayores de lo que se creía. "Al decir que no habían cumplido 18 años les fue más fácil entrar y quedarse", aseguran.
Según los informes de Unicef, el tráfico de menores aprovecha los aeropuertos internacionales para sus operaciones. El de Schiphol, con cerca de 40 millones de pasajeros anuales y uno de los mayores del Europa, está entre los preferidos de los traficantes. Según los expertos, el tráfico de personas se ha convertido en un negocio que mueve al año cerca de 12.000 millones de dólares y lleva asociados el blanqueo de dinero y la falsificación de documentos.
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