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Los británicos decidirán el 5 de mayo si dan a Blair un tercer mandato

El primer ministro convoca elecciones generales anticipadas con los sondeos a favor

Tony Blair desveló ayer el secreto peor guardado de Westminster: las elecciones legislativas del Reino Unido se celebrarán el 5 de mayo. El primer ministro británico propuso ayer a la reina Isabel II la disolución del Parlamento el próximo día 11 y la convocatoria de unos comicios que pueden llevar al Partido Laborista a un histórico tercer mandato consecutivo. Sólo la apatía de los votantes laboristas, en parte propiciada por la decepción de una legislatura marcada por la crisis de Irak, parece capaz de impedir esa victoria y propiciar el regreso de los tories al poder.

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Los conservadores británicos prometen más policía, más control migratorio y más disciplina

Los laboristas quieren amarrar la campaña a los éxitos económicos, mientras los conservadores de Michael Howard intentan trasladarla al pantanoso terreno de la seguridad ciudadana para explotar el filón populista de sus posiciones sobre asilo e inmigración. Los liberales-demócratas de Charles Kennedy, tradicionalmente relegados por efecto del sistema electoral, esperan rentabilizar la debilidad aparente de los dos grandes partidos y convertir no sólo en votos sino también en diputados su oposición a la guerra de Irak y sus propuestas en materia fiscal. Las encuestas parecen consolidar sus expectativas de crecimiento, aunque está por ver que puedan romper el tradicional bipartidismo.

Tony Blair se ha metido en la campaña arropado por la estadística económica (50 trimestres consecutivos de crecimiento, bajo desempleo, baja inflación, bajos tipos de interés) y por el compromiso de prolongar el ambicioso plan de inversiones públicas que lleva ya toda esta legislatura engrasando la maquinaria de los servicios públicos y que empieza a cambiar la negativa percepción que los británicos tienen del funcionamiento de la sanidad y la educación. "Ha llegado el momento de elegir, y lo que está en juego es una gran visión positiva para el futuro de nuestro país. Estamos orgullosos de lo que hemos hecho en los últimos ocho años, pero no podemos quedarnos parados. Tenemos que seguir yendo hacia delante", dijo ayer.

Howard lanzó la campaña arropado por la mejora de los conservadores en las encuestas, rodeado de militantes, a las puertas de un céntrico hotel londinense. "Los votantes tienen que elegir el 5 de mayo entre dos opciones muy claras", dijo. "Pueden premiar a Tony Blair por ocho años de promesas rotas y votar por otros cinco años de charlatanería. O pueden votar conservador y apoyar a un partido comprometido a actuar en los asuntos que preocupan a los británicos".

Los sondeos siguen otorgando la victoria al laborismo, pero los publicados ayer reflejaban un drástico recorte de esa ventaja desde los ocho puntos de hace unas pocas semanas a tan sólo tres puntos. Sin embargo, esos sondeos han ido reflejando vaivenes semejantes en los últimos meses y el único obstáculo que puede poner en duda el triunfo del Partido Laborista es la apatía de sus propios votantes.

La encuesta de Mori publicada ayer por el Financial Times otorga al laborismo un 38% de los votos, frente al 33% los tories y el 23% los liberales-demócratas. Sin embargo, si se toman sólo las respuestas de aquellos encuestados que se declaran absolutamente decididos a acudir a las urnas (el 55% de la muestra), los conservadores se llevarían el 39% de los votos; los laboristas, el 34%, y los liberales-demócratas, el 21%. Aun así, y debido a los azares del sistema electoral, el partido de Blair sería el primero en escaños, aunque con una corta mayoría de 27 diputados difícil de manejar en una Cámara con tendencia a la rebeldía.

Según los datos de esa encuesta, la amplitud de la victoria laborista depende en gran medida de la participación. Si ésta alcanzara el 78%, los laboristas obtendrían una confortable mayoría de 128 diputados (frente a una mayoría de 167 diputados al principio de la legislatura que ahora acaba), pero la ventaja sobre el resto de las fuerzas políticas caería a unos 50 diputados si la participación se quedara en el 56% que predice ese mismo sondeo.

Sin embargo, una alta participación no ha sido siempre el requisito necesario para una victoria laborista: los tories ganaron en 1992 con una participación del 78% y el laborismo se impuso en 1997 con el 71% de participación, y en 2001, cuando sólo un 59% acudió a las urnas.

Tony Blair anuncia la convocatoria de elecciones en la puerta del 10 de Downing Street.
Tony Blair anuncia la convocatoria de elecciones en la puerta del 10 de Downing Street.REUTERS

Mucha economía, mano dura y poca Europa

La economía, la reforma de los servicios públicos y la seguridad ciudadana van a concentrar el grueso de una campaña electoral de la que ha desaparecido por completo la palabra Europa, a pesar de que, gane quien gane, los británicos votarán en los próximos meses la ratificación o el rechazo de la Constitución europea. Escarmentados del error estratégico de hace cuatro años, cuando situaron su oposición al euro en el centro de la campaña electoral, los conservadores han camuflado con el silencio sus propuestas de renegociar la adhesión del Reino Unido a la UE y los tres grandes partidos al unísono han desterrado de la campaña la delicada cuestión del referéndum constitucional. Una manera, quizás, de no despertar al UKIP, la bestia que resurgió de la nada para lograr el 16% de los votos y 12 escaños en las últimas elecciones europeas.

Mientras los laboristas anuncian una campaña "con un mensaje positivo, optimista, y basada en la economía", según el diputado Fraser Kemp, vicepresidente del equipo que ha diseñado su estrategia electoral, los tories

presentan un programa clásico de la derecha: menos impuestos, más disciplina escolar, hospitales limpios, más policía y control de la inmigración. El conservador Michael Howard ha logrado enderezar las malas perspectivas de los tories prometiendo mano dura con los demandantes de asilo, pero también con los inmigrantes económicos, y comprometiéndose a bajar los impuestos en su primer presupuesto si llega al 10 de Downing Street.

Aunque se han comprometido a mantener el nivel de inversión pública del laborismo en sanidad, educación, transporte y cooperación al desarrollo, Howard asegura que conseguirán ahorros equivalentes a 18.000 millones de euros al año en 2007-2008, recortando gastos como la burocracia y el sistema de inmigración, entre otros.

Los liberales-demócratas, que han situado la guerra de Irak en el último puesto de su decálogo electoral, proponen suprimir algunos de los proyectos más significativos del Gobierno laborista, como el aumento de las tasas universitarias y el DNI obligatorio. Y quieren sustituir la polémica tasa municipal (Council Tax) por un nuevo impuesto que ahorraría cerca de 700 euros al año a la familia media británica al tiempo que aumentarían el impuesto de la renta para los ingresos superiores a 150.000 euros al año.

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