La tormenta de Lyón
El ghanés Essien, apodado 'el bisonte lionés', ejemplifica las virtudes del nuevo jefe del fútbol francés: fortaleza, tacto y gol
El Olympique de Lyón (OL) no era hasta 2002 más que el equipo de la cuna de la cocina francesa, atascado entre el Norte y el Sur, entre el París Saint Germain (PSG) y el Olympique de Marsella. Pero ese año comenzó a existir al inaugurar una serie de tres títulos de Liga aprovechando la depresión financiera y deportiva de sus grandes competidores y compartiendo honores internacionales con el Nantes y el Mónaco, valores emergentes de un fútbol francés que encontró en la selección el referente necesario para exportar su creatividad. En este curso, en los octavos de final de la Champions, el OL sobrepasó sus fronteras al infligir al Werder Bremen un 10-2 global y batir todos los registros.
"Aún no he encontrado a nadie que me haya tirado chocando hombro con hombro"
"La gente ya no habla del PSG y el Marsella", dijo después Juninho Pernambucano, una de sus estrellas, "aunque necesitamos batir al Madrid, como hizo el Mónaco, para tener el reconocimiento internacional". La goleada al conjunto alemán se la ha dado y hoy espera al PSV Eindhoven, holandés, el otro invitado imprevisible.
Lo cierto es que nadie quería al OL -no ha perdido ningún partido en su campo: ni en el torneo europeo ni en el nacional- y que él soñaba por distintos motivos con enfrentarse a un grande. El centrocampista brasileño quería al Milan o al Juventus; el joven lateral Berthod quería al Milan, "aunque sólo fuese por visitar el estadio"; el extremo Malouda, una de las sensaciones francesas, al Chelsea para "encontrarse" con su amigo Drogba, con el que coincidió en el Guingamp: "Aunque ya sé que siempre juega bien en Gerland [el estadio lyonés]"... Hasta el presidente, Aulas, soñaba con el Chelsea. Tal es el nivel de euforia en el único equipo de los ocho clasificados que nunca ha ganado una competición continental.
Luis Fernández, ex entrenador del PSG, el Athletic o el Espanyol, cree que al OL "le ha llegado el momento de la madurez". "Es la viva imagen de su entrenador, Paul Le Guen, al que tuve como jugador en el PSG. Juegan como él: con tranquilidad, con mucho toque, asegurando la jugada", dice Fernández.
Le Guen le ha dado tranquilidad y Juninho, la estrella mediática, pone el toque, pero la auténtica sensación es Essien, un internacional ghanés de 22 años al que los elogios no le caben en el salón de su casa. Él reparte humildad y orgullo. "Ganar un partido o ayudar a un compañero en dificultades me produce más satisfacción que marcar un gol", afirma. "Aún no he encontrado a nadie que me haya tirado al suelo después de un encontronazo hombro con hombro", añade a continuación a modo de advertencia. Su compañero Abidal, defensa, lo explica: "Es como un muro humano". Y el goleador internacional Govou lo ratifica: "Es el jugador con más prestaciones que he conocido. En el entrenamiento, si te viene de frente, mejor te apartas".
Essien es todo eso y algo más. "Es como Lampard o Scholes, pero con más poderío físico. Además, tiene una llegada al área que impresiona", apunta Fernández. El presidente ha tenido que salir a la palestra para prometer que Essien, como Juninho, seguirá en el OL a pesar de las ofertas que le llegan del Juventus y el Arsenal. Actualmente, Essien es quien mejor explica el equilibrio del OL, una mezcla de explosividad física, con el centrocampista malinés Diarra, el central Cris o Berthod, y de sutileza, con Juninho, Malouda, Govou o Wiltord, un ilustre veterano que ha regresado de su aventura inglesa. En cierto modo, el OL es el rescoldo que queda de la mejor selección francesa y "un club que sabe fichar", afirma Fernández, "porque, si ha perdido a Edmilson (Barça), Luyindula (Marsella) o Dhorasoo (Milan), ha fichado a Wiltord, una garantía; al joven Nilmar, al que apodan el Rooney brasileño, o a Cris, un defensa-defensa, que hace su trabajo y da el balón fácil y cerca".
El PSV será un rival previsiblemente desagradable. "El peor que le podía tocar, porque jugará a la contra en casa y fuera", recuerda Fernández; "lo mejor para el OL habría sido un equipo de más talento y menos trabajo". Si se adelanta, el Lyón actúa, más que como un león, como un bisonte. Por eso Abidal bautizó a su compañero Essien como "el bisonte lionés". Entonces juegan todos. Entonces empieza la tormenta.
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