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Reportaje:

El 'hip hop' se hace poderoso

El género se convierte en un suculento negocio que copa las radios, los cines y las iglesias en Estados Unidos

"El hip hop es influyente. Se puede comenzar una revolución con hip-hop. Por eso tenemos que celebrar la cultura, no el crimen". Hace diez días el concejal de Nueva York Charles Barron, consciente del poder que hoy tiene este género musical, pronunciaba estas palabras durante una manifestación organizada por la Hip Hop Coalition to Stop Hot 97. La radio más escuchada en la ciudad por los jóvenes de entre 18 y 34 años lleva años siendo el punto de referencia musical del rap pero también es el megáfono nacional de las broncas entre raperos. A sus puertas se han producido diversos tiroteos con resultados mortales, y en sus programas no faltan canciones excesivamente incorrectas como la Tsunami Song (una mofa de las víctimas de esa catástrofe), cuya emisión colmó la paciencia de los dos centenares de artistas y enamorados del hip hop que protestaron junto al concejal contra la cadena por promover una imagen del género que cada vez se aleja más del idealismo político con el que nació esa música en la década de los setenta.

Pero la realidad es que el hip hop ya no forma parte del underground. En 1998 abandonó oficialmente ese estatus al llegar a la portada de la revista Time cuando por primera vez las ventas de hip hop superaron en Estados Unidos a las de música country. Según los datos de la Recording Industry Association of America, el hip hop, con el 13% del mercado, es el segundo género más popular del país mientras que el rock, pese a mantenerse en el número uno, sólo conserva el 25% del pastel. Hace diez años las cifras eran bien diferentes: 7% de hip hop frente a 32,5% de rock.

El auge del género se está dejando sentir a todos los niveles. Cada vez que un rapero popular como Eminem saca disco, éste salta inmediatamente al número uno de las listas, como ocurrió en noviembre con su álbum Encore. Las emisoras de radio rockeras se están jubilando para dejar paso a las poderosas rimas raperas y estaciones de rock clásico como Y100 de Filadelfia han claudicado y ahora emiten únicamente hip hop. Según la revista Rolling Stone, es el efecto de los gustos de las nuevas audiencias. Sólo el 6% de los adolescentes escuchan rock, comparado con el 20% que escucha urban radio (eufemismo con el que se define a las radios de hip hop para no identificarlas directamente con la raza negra) y el 40% que escucha alguna de las emisoras de la lista Top 40, en las que mayoritariamente se emite R&B y rap.

Lo que empezaron siendo emisiones alternativas se ha convertido en un suculento negocio, que en el caso de Hot 97, genera beneficios de 808 millones de dólares anuales.

La principal emisora de hip hop del país pertenece a Emmis Communications, que posee otras estaciones, revistas y televisiones en todo el país. Por eso si el rapero 50 Cent anuncia públicamente que ya no colaborará con su ex protegido The Game, y minutos después un amigo de este último es tiroteado en el mismo lobby de Hot 97, como ocurrió el pasado 28 de febrero, sus palabras y el incidente resonarán poco después por toda la nación. "Todos ganan dinero con ello, incluido el rapero" asegura el especialista en hip hop Jeff Chang. Y de eso no hay duda: la polémica se produjo una semana antes de que 50 Cent lanzara su disco The Massacre, que permanece desde entonces en el número uno de Billboard. Y el disco de The Game, The Documentary, ha saltado en ese tiempo del puesto número ocho al tres. Y aunque nadie puede demostrar que los raperos se prestan a las broncas públicas con fines comerciales, siempre que se producen, sus discos venden más. "Ahora los raperos son empresas, no simplemente individuos" afirmaba recientemente en The Village Voice Davey D, periodista de Los Ángeles.

La popularización del hip hop ha catapultado el género también hacia otras latitudes.

Su última conquista ha sido la Iglesia. Desde hace meses, en Nueva York, el reverendo Pogue y el legendario Kurtis Blow, rapean sobre un altar en Harlem para atraer al público joven hacia el reino del Dios cristiano. Y hace apenas un mes se estrenó un documental, Gunner Palace, sobre la guerra de Irak, cuya banda sonora es hip hop de denuncia compuesto por los mismos soldados que aparecen retratados en el filme. Si el rock de Led Zeppelin o Jimmy Hendrix planeó sobre las tropas norteamericanas en Vietnam, el rap se ha convertido en el género preferido entre los estadounidenses que luchan en Irak, según The New York Times. La Administración de Bush, consciente de los nuevos gustos de sus soldados (el 21% de raza negra), ha organizado megaconciertos de hip hop en Bagdad de artistas como 50 Cent o Nappy Roots. Se trata quizá de la señal más explícita de que el hip hop ha sido fagocitado por la cultura de masas, puesto que el propio Gobierno acepta organizar conciertos de artistas que aprovecharon su influencia durante las pasadas elecciones para pedirle a sus seguidores que votaran contra Bush.

Eminem, durante una actuación en noviembre pasado.
Eminem, durante una actuación en noviembre pasado.ASSOCIATED PRESS
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