El control emocional
Al líder Fernando Alonso se le ha puesto en tres carreras la cara de campeón de Michael Schumacher. La autoridad con la que el español dominó ayer la prueba de Bahrein fue tan abrumadora como cuando el alemán era el rey del circo y las retransmisiones televisivas constaban de tres partes: la salida, la llegada y el intermedio, tiempo para apreciar las miserias o las grandezas de los demás, momentos que se hacían eternos sino cobraba protagonismo un piloto cercano, como ayer ocurrió con la celebrada actuación de Pedro Martínez de la Rosa
De la misma manera que Alonso viene ejerciendo de Schumacher, la actuación de De la Rosa guardó cierto parecido a las del asturiano cuando intentaba alcanzar la cabeza de los grandes premios en que competía y no paraba de remontar. El piloto catalán vino a decir que si le dieran continuidad no sólo rebasaría a Rubens Barrichello y Mark Webber sino que con el tiempo se sentiría muy capaz de perseguir al mismísimo Alonso. Así es la Fórmula 1. Alonso cuenta hoy con el mejor coche y los neumáticos más solventes porque se los ha ganado con su pilotaje.
La apuesta de Renault y Michelin se aceleró cuando se apercibieron de que con Alonso podían volver a conquistar el campeonato, y de momento los números les avalan porque han ganado las tres carreras disputadas y el español ha sumado 26 puntos sobre 30 posibles. Al triunfo de Sepang le faltó seguramente épica, entre otras cosas por la dimisión de Ferrari, tan descolocado que dudaba entre continuar con el F2004 o estrenar el F2005. Ayer, en cambio, Alonso aguantó durante doce vueltas el acoso de Schumacher, más agresivo que nunca, especialmente combativo, necesitado de un triunfo reparador.
El control emocional exhibido por el español fue excepcional porque siempre se le tuvo por un piloto fogoso y se dudaba sobre su capacidad para regular y administrar las situaciones de ventaja. Quizá porque entendía que el circuito no era el mejor para la aerodinámica de su bólido, procuró dominar el gran premio desde los entrenamientos y no desfalleció hasta cantar la segunda victoria consecutiva. Alonso no cometió un solo error y, ayudado por la retirada de Schumacher, evitó que la prueba se decidiera en las paradas en boxes, en la estrategia, un alivio para cualquier equipo, incluso para el que va primero y ha logrado una excelente puesta a punto.
A sus 23 años, Alonso no hizo ni una sola concesión a Schumi, que se resiste a perder a los 36. Ambos son dos pilotos excelentes y, como tales, procuran evitarse. Una situación lógica cuando en juego está un posible traspaso de poderes. Momentáneamente, Alonso cada vez se parece más a Schumacher, tanto dentro como fuera de la pista, por mucho disgusto que pueda causar entre quienes aspiran a un duelo florentino.Los ganadores jamás hacen concesiones.
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