Dónde el Barça, dónde el Madrid
Ligeras pulsiones madridistas en Anoeta: todo malas noticias para el Real menos los tres puntos
Ligeras pulsiones madridistas en Anoeta: todo malas noticias para el Madrid menos los tres puntos; con asuntos más inexplicables se han ganado ligas. Lo peor: la lesión de Brahim. Brahim aporta al Madrid un desequilibrio fatal para los rivales, es un jugador de territorios intermedios y, por tanto, desencadenado del funcionamiento ofensivo del equipo: la ofensiva es él, y al atacar tienen que ser los rivales y sobre todo sus compañeros los que desentrañen su zigzag; el resultado suele ser deslumbrante. Estaba en la forma física en la que están esos futbolistas que perciben que este va a ser su año. Si lo es, tendrá que serlo a partir de Navidad, porque será baja tres meses. Ni el juego gris del Madrid que permitió a la Real poder marcar dos o tres goles antes que los blancos, ni el ruido que acompaña a Vinicius estas semanas (todo lo que antes era original, simpático o simbólico se convierte en afrenta insoportable si lo hace él, desde bailar hasta mandar callar) no compiten en malas noticias con las bajas, que se repiten cada inicio de temporada. El equipo es un reloj al que tener que cambiarle cada poco las piezas está provocando tembleques.
En Girona hay otra luz, la del Barcelona. Con un lesionado de excepción, De Jong, del que la afición teme su reaparición. Al Barça se ha acoplado con facilidad Dani Olmo y ha cogido las antorchas Lamine Yamal para poner al equipo en dirección a una idea de juego, que es de lo que estaba huérfano el Barça. Después de Messi, el barcelonismo asaltó la cantera, a falta de dinero, para encontrar a alguien no que lo sustituyese, que es imposible, sino que al menos renovase la luz con la que empapaba todo el argentino. Hubo distintos amagos provocados por la ansiedad (ese dorsal 10 cargando la espalda de Ansu Fati) hasta llegar a un jugador tan prematuro que daba miedo el vértigo de que la apuesta se frustrase y, con ella, el jugador. Bien: se ha multiplicado por dos. No ciegan las luces, no pesa el prestigio de la Eurocopa, ni estar en la lista del Balón de Oro ni en boca de medio mundo: a los 17 años Yamal desatasca partidos, golea, asiste y se presenta impertérrito en cualquier campo para sostener el giro inesperado de los acontecimientos respecto a la rivalidad Madrid-Barça. Reforzado con Mbappé, el campeón de España y de Europa está a cuatro puntos del Barcelona, y pocos son.
Flick se retiró como futbolista a los 28 años por culpa de las lesiones. No pudo ver un partido de la Bundesliga en ningún estadio durante dos años: el mundo, el suyo, seguía girando incluso después de que él se bajase. Sabía, dijo en una entrevista con la federación alemana en 2015, que en algún momento tendría que dar respuesta a qué haría después del fútbol, pero no sabía que esa pregunta le iba a asaltar tan rápido, sin haber cumplido los 30. Asistente de Low en Brasil 2014, el último Mundial ganado por Alemania, Flick habla y habla de la presión como llave maestra del juego: el balón para nosotros. De su etapa en las categorías de formación del fútbol alemán se concluye eso que dijo Pedri de Yamal al acabar el partido contra el Girona: destacó de él, la estrella, su ayuda en la presión. “Los jugadores”, decía Flick, “necesitan tomar las decisiones correctas en un instante. Deben ser capaces de contrarrestar la presión del rival y deben tener la capacidad técnica para poner en práctica la mejor solución posible”. Y en esas está el Barça, y aún no está el Madrid.
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