El Villarreal envuelve al Athletic
Dos goles de José Mari y un tercero de Forlán derrotan al conjunto de Valverde
Estás atrapado. El Villarreal te envuelve en su fútbol meloso y es difícil escapar de él. Se lo advirtió Valverde a sus jugadores durante la semana. En vano. El Athletic, otra vez muy vulnerable en defensa, se marchó derrotado de El Madrigal casi sin enterarse. Sin que el Villarreal hubiera de emplearse a fondo. Le bastó al cuadro de Pellegrini dar lustre a su ataque tan bien engrasado. A través sobre todo de José Mari, que se ha subido al carro de la delantera más potente de la Liga. El sevillano está a la altura de la competencia. De Forlán, Figueroa y Guayre. No se le exigen goles a José Mari, sino desmarques, velocidad y desgaste. Pero ayer marcó tantos goles como los que llevaba hasta ahora en el campeonato: dos. En el primero cruzó con el interior del pie derecho ante Aranzubia. Con clase. En el segundo le ganó la posición a Lacruz y cabeceó en el primer palo un centro del córner de Riquelme. Un cabezazo impecable que recordó algunos de los que logró en su época en el Milan, que tampoco fueron muchos. Riquelme, por su lado, dibujó así su 15ª asistencia en lo que va de Liga. Un cifra escandalosa de Román, que puede cambiar de pareja -ayer no fue Forlán sino José Mari-, pero siempre se presenta en la sala de baile: su golpeo enroscado en las jugadas a balón parado es una invitación inexcusable para el gol. El Madrigal despidió al final al as argentino con una emocionante ovación.
VILLARREAL 3 ATHLETIC 1
Villarreal: Reina; Javi Venta (Armando Sa, m. 50), Gonzalo, Arzo, Arruabarrena; Riquelme (Font, m. 88), Josico, Senna, Sorín (Cazorla, m. 80); José Mari y Forlán.
Athletic: Aranzubia; Murillo, Prieto, Lacruz, Casas (Del Horno, m. 46); Iraola (Urzaiz, m. 46), Gurpegui, Orbaiz, Yeste (Jonan García, m. 75); Ezquerro y Etxeberria.
Goles: 1-0. M. 11. Centro de Javi Venta al segundo palo, José Mari controla y dispara cruzado. 1-1. M. 21. Etxeberria centra con la izquierda y remata Ezquerro. 2-1. M. 38. Centro de córner de Riquelme que cabecea José Mari. 3-1. 56. Forlán, de disparo colocado.
Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a Gonzalo, Josico, Yeste y Urzaiz.
Unos 18.000 espectadores en El Madrigal.
El Villarreal aprovechó para hurgar por su extremo derecho la inexperiencia del joven Casas, que había ocupado el lateral izquierdo. Rectificó Valverde en el descanso con la entrada de Del Horno, tocado tras el choque de Belgrado con la selección. Entró también Urzaiz sin sustituir ni a Etxeberria ni a Ezquerro, que habían funcionado en la primera parte. S e fabricaron un buen gol: un centro de zurda de Etxeberria y un toque de primeras de Ezquerro. Quien no estuvo para nadie fue Yeste, sin ritmo tras algunas semanas de ausencia. Apagado en la primera parte y en la segunda, acabó siendo relevado (Jonan García) y el Athletic pagó la inactividad de su mayor talento.
Tras el descanso, el cuadro de Pellegrini siguió imponiéndose claramente a la defensa bilbaína en las jugadas a balón parado. Y ni siquiera necesitó centímetros para ello: el pequeño Sorín se bastó para rematar solo un par de veces a escasos metros de Aranzubia. Con todo el tiempo del mundo.
Para entonces, el Villarreal ya había decidido ceder terreno a su rival para rematarlo a la contra. Como sucedió. Magistralmente interpretado por su medio centro, quizás el más en forma de la Liga en su puesto, el brasileño Senna. Es lo más parecido al Mauro Silva de hace unos años. Senna robó un balón en su campo y lo condujo con tal potencia y seguridad que dio siempre la sensación de que iba a hacer algo importante. Lo hizo. Un pase suave, aparentemente sencillo, en profundidad. Al que acudió Forlán para concederle todos los honores. El uruguayo marcó su 18º tanto del curso con la firma de la casa: un disparo seco y pegado al palo.
El Athletic se sintió definitivamente atrapado en las redes amarillas. Dispuso un rato del balón y del campo, pero sin la profundidad que sugirió al final del primer periodo. Terminó desdibujado y eso lo sintió el Villarreal, que jugó el último cuarto con una superioridad muy notoria. Riquelme se frotó las manos. Primero permitiéndose un taconazo hacia Arruabarrena que deleitó a la grada; y después sirviendo un caramelo a Senna que éste envió a las nubes. El Madrigal vivió otra fiesta y su equipo sumó su octava victoria consecutiva en su estadio. Al tiempo que reafirmó que su candidatura a la Champions es muy seria.
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