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Columna
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Chávez, efecto colateral

¿Nos va a pasar con Chávez como con tantos? Lo digo porque da la impresión de que la izquierda no aprende de sí misma y, lejos de vacunarse de según qué amistades peligrosas, volvemos a la carga de nuestras miserias pasadas y otra vez nos enamoramos de los monstruos populistas que corren por esos derroteros. Viejas mitologías revolucionarias, tan caducadas como las maracas de Machín, vuelven a la carga, incombustibles al tiempo, al sentido común y a la maldad que en el pasado representaron. Chávez no difiere demasiado de los Castro que nos enamoraron hasta el delirio y... hasta el silencio. No está lejano de los mitos que creamos alrededor de movimientos revolucionarios suramericanos, cuyo totalitarismo ha derivado en el sólido comercio del secuestro y el tráfico de drogas. Incluso, en la lejanía de la indolente Europa, nos enamoramos del comandante Marcos, muy a pesar de los intelectuales mexicanos que nos avisaban estupefactos. Suerte que en Europa tenemos al lúcido Havel, que aún nos recuerda que no es oro todo lo que reluce en la izquierda mitológica, pero es uno de los pocos. Y así, de la mano de este hombre feliz llamado Rodríguez Zapatero, estamos reconstruyendo un grotesco rompecabezas de alianzas y estrategias que, bajo la retórica vacua de las grandes palabras y las buenas intenciones, esconde un serio peligro de futuro. Se diría que nuestra política exterior se ha dibujado en función de cómo ponerle el dedo en el ojo al malvado yanqui, y así todos los Tirano Banderas que alzan su retórica furibunda contra los USA se convierten, por arte de magia zapateril, en una especie de compañeros de cama. Eso sí, como somos de los buenos y estamos por la paz, la concordia y el pacto de civilizaciones, todo lo hacemos por la causa, incluso una bonita y multimillonaria venta de armas, perfectamente perpetrada en medio de un polvorín. "Son armas para la paz", avisa Rodríguez Zapatero acomodado en el aplauso chirriante que lo acompaña por su periplo venezolano. Pero esto ya nos lo decía el bueno de Mijaíl Kaláshnikov, cuando inventó su famoso Automat Kalashnikova (AK47), que, como todo el mundo sabe, ha repartido la paz durante décadas por África y Asia. Estos días los amigos rusos han paseado al famoso sargento ucranio por la feria de armas legal de Abu Dhabi, bien entorchado en sus medallas a los méritos militares por haber diseñado "una gran arma a favor de la paz y la amistad". Parece que la vieja demagogia funciona a la perfección en los nuevos tiempos.

Hablemos de la venta de armas de Zapatero a Chávez. De entrada, el plano moral, ese que tanto preocupa a ZP. Bien, se trata de un presidente golpista que, en su momento, como alguien ha recordado, intentó en Venezuela lo que Antonio Tejero intentó en España. Con la diferencia de que la intentona golpista de Chávez representó algunos centenares de muertos, aunque no lo hizo en nombre de la extrema derecha, sino de la "revolución bolivariana", expresión ideológica siempre más perdonable para según qué pieles sensibles... Chávez finalmente ganó por las urnas lo que primero intentó por las armas, pero ¿qué garantía tiene ZP de que el alma golpista de Chávez se haya transmutado en una honda cultura democrática? No lo parece, si uno se preocupa por hablar con líderes sociales, periodistas y oposición venezolana. Desde el control mediático hasta el judicial, pasando por el férreo control militar, Chávez ha ido destruyendo, lentamente, los cimientos democráticos de su país. Y ello con la estimable ayuda de los 26.000 cubanos que el amigo Fidel le ha enviado en pago por los 1.200 millones de dólares anuales de beneficio que le reporta el petróleo venezolano. Casualmente la mayoría de estos "asesores" están situados cerca de refinerías, terminales de exportación, bases militares y otros núcleos estratégicos. Deben de ser todos odontólogos... Si ZP vende armas a Chávez, sabe que está reforzando un factor desestabilizador en la zona, amigo de los "movimientos revolucionarios", entre ellos las FARC; expresamente defensor de la exportación de la "revolución bolivariana", en litigio territorial con Colombia, y principal soporte de la Cuba de Fidel. Un soporte que sólo es equiparable al que históricamente recibía Fidel de la Unión Soviética.

Si no es el plano moral, quizá encontremos explicaciones de orden práctico, sabiendo que la política exterior no tiene amigos, sino intereses. En este caso, se puede entender a un Zapatero que, con el acuerdo, garantiza 600 puestos de trabajo en Ferrol y San Fernando, y beneficia a la industria naval de Sestao. Pero entonces que no nos tome el pelo con retóricas pacifistas. Chávez se está armando hasta los dientes: 100.000 fusiles AK47 (¡qué feliz coincidencia!), 40 helicópteros y 50 aviones de combate MIG 29, pedidos a Rusia. Y ello para un ejército, sin contar la Guardia Nacional, de 34.000 soldados. Todo por un montante de 5.000 millones de dólares en un país donde la extrema pobreza ya alcanza a la mitad de la población. Además de Rusia, Brasil proporcionará 36 aviones de combate Súper Tucano. Hay preacuerdos de armas con China y ahora nosotros le vendemos 4 corbetas y patrulleras, 10 aviones C-295 y 2 aviones de vigilancia marítima. Ciertamente, no vendemos armas listas para combate, pero sí las plataformas donde armarlas. Nuestra venta, sin paliativos, es una venta armamentística clásica. Por ello ZP me pareció especialmente insultante en su discurso paternalista al Parlamento venezolano: les vendió la bondad de la democracia y el diálogo. Y lo hizo después de reforzar militarmente a un demagogo golpista que atenaza a la oposición e inestabiliza toda la zona. "Hermano presidente" le espetó Chávez a ZP, y una se pregunta de qué se reía el presidente español.

En fin. Contra Aznar no vivíamos mejor. Pero con el amigo ZP vamos de victoria en victoria hasta la derrota final. Eso sí, lo hacemos con buen talante, enarbolando la bandera de la paz y hermanados con los pueblos del mundo. No hay como ser de izquierdas para tener bula.

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