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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

A los héroes del Corredor del Henares

Me pasé la juventud recorriendo el Corredor del Henares en esos trenes de cercanías Madrid-Alcalá, Alcalá-Madrid, dos horas al día. Mientras, miraba a la ventanilla contemplando un paisaje que ya me sabía de memoria. Recuerdo haber pensado no pocas veces en la suerte que tienen aquellos que viven rodeados de majestuosas montañas o magníficas costas con horizontes infinitos; a mí me tocaba vivir rodeado de un triste páramo castellano, castigado además por la desolación de aquellas fábricas abandonadas como esa cementera de Vicálvaro, tan gris ella, o la factoría Roca al entrar en Alcalá desde Madrid, cuando no por pisos todos iguales de ladrillo. Cierro los ojos y veo desde las vías, las casitas obreras desvencijadas de Vallecas y Entrevías; la estación tan utilitaria y fea de San Fernando y el polígono industrial de Torrejón; ése era mi paisaje, mi patria, suponía.

Nunca encontré a ningún poeta que cantara su gloria, si acaso a Sabina, en una canción que hablaba de la calle de la Melancolía. Yo como él, soñaba con mudarme "al barrio de la alegría"; pero mientras eso llegaba, compartí mi vida con todos aquellos que tomaban el tren todos los días, como yo. Mis compatriotas, supongo, en aquel país de asfalto, tendidos eléctricos y bloques de hormigón que me parecía tan desolador.

En aquel entonces me parecía un lugar tan anodino y gris, que no creía que pudiera guardarlo en mi memoria mucho tiempo. Hoy en día, precisamente hoy, sé que ni el propio Hölderlin cantando las alabanzas de la Selva Negra, podrían estar más orgullosos de ser de una tierra, como yo me siento del Corredor del Henares.

Orgulloso de esa gente trabajadora y buena que nunca hizo mal a nadie, sólo levantarse a las siete de la mañana para ir a trabajar para que Dios permitiera con ella ese suplicio que permitió en su propio hijo. El mismo Dios que en mitad de una ola de frío hoy ha hecho que empezara la primavera en Madrid. Ironías de la vida, siempre pensé que en ese lugar nunca se haría historia, parecía tan poco épico, y ahora sé lo que es el heroísmo, gracias a esa gente.

Ninguna fábula moderna o medieval ni incluso inventada en tierras medias y lugares fantásticos me puede narrar lo que yo he visto, la resignación en tantos ojos, el dolor contenido y las ganas que sentía de abrazarles a todos, su valentía.

He tenido la inmensa suerte y el enorme privilegio de pasar mi juventud con la gente más digna que conoceré en mi vida y gracias a ella he podido conocer lo mejor que tiene el ser humano. Si tengo alguna patria es la de esa gente que subía todos los días en ese tren. Estoy tan orgulloso de vosotros, os prometo que el resto de mi vida lo dedicaré a no desmerecer el ejemplo de entereza y voluntad que me habéis dado. Os quiero.

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