"Necesitamos ayuda de la ciencia para derrotar al terrorismo"
¿Qué es lo que hace que una persona se convierta en un terrorista? ¿Cómo funcionan los grupos violentos? ¿Qué respuestas sociales hay ante los atentados? Éstas son algunas de las preguntas que el nuevo Centro de Investigación Social y de Comportamiento sobre Terrorismo y Antiterrorismo de EE UU empezará a investigar a partir de abril. Su director es Gary LaFree, un criminólogo de la Universidad de Maryland que asistió en Madrid a la reciente Cumbre Internacional sobre Democracia, Terrorismo y Seguridad.
LaFree cree que es muy difícil pronosticar atentados como los del 11-S en Nueva York o el 11-M en Madrid, "aunque la mayoría de los que trabajamos en este campo creemos que habrá más. Las comunicaciones, los transportes y los avances tecnológicos permiten que individuos que no forman parte de ningún Estado sean extremadamente letales, y creo que vamos a tardar tiempo en desarrollar una seguridad que nos permita afrontar con éxito estas amenazas".
En el Centro, instalado en la Universidad de Maryland, al lado de Washington, y dotado por el Departamento de Seguridad Interior con 12 millones de dólares, "habrá más de sesenta investigadores -criminólogos, sociólogos y psicólogos, sobre todo- de 15 universidades distintas, dos de ellas de Europa y una de Israel, que tendrán acceso a un banco de datos que ya tiene 70.000 incidentes relacionados con el terrorismo desde 1970 hasta nuestros días", dice LaFree, que explica las tres áreas de trabajo del centro: "Una tratará de entender cómo funciona el reclutamiento de los terroristas y por qué una persona decide unirse a un grupo; la segunda abordará cómo empieza a funcionar una organización terrorista, cómo crece, qué es lo que le hace ser más peligrosa y cómo desaparece; la tercera estudiará las respuestas al terrorismo cuando hay atentados, la posible prevención y la comunicación en la sociedad para salvar vidas".
¿Evitará atentados la labor de este centro? "Eso espero, aunque no siempre es fácil que el trabajo de los investigadores sociales sea tan concreto que pueda influir en las grandes decisiones políticas. Pero, por ejemplo, uno de nuestros proyectos será delimitar estrategias para evitar secuestros de aviones, y contaremos con estudios de todos los casos y daremos recomendaciones muy específicas. Así que, sí, confiamos en ser útiles".
Otros grupos de trabajo se concentrarán en el estudio de siete países islámicos, para tratar de entender qué factores determinan el nacimiento de los grupos terroristas y el reclutamiento de sus militantes; el papel de las cárceles en EE UU como lugares de afiliación y los componentes religiosos. "Creo que el terrorista más peligroso y difícil es aquel que menos voluntad tiene de negociar, el más irracional. A menudo es un terrorismo en el que hay factores religiosos, pero no siempre", dice LaFree, que pone en guardia contra una visión excesivamente psicológica del problema: "Tendremos datos sobre suicidas, sobre situaciones mentales, pero creo que hay que considerar el terrorismo sobre todo como un método; yo no quisiera que la gente pensara que vamos a resolver problemas si conseguimos averiguar cómo funciona la mente del terrorista. No es que no haya conexiones psicológicas, pero... Fíjese en muchos de los casos de terroristas conocidos: la mayoría son tipos de apariencia bastante normal, como los pilotos del 11-S. Creo que nos va a ser más útil la sociología y la psicología social que la búsqueda de mentalidades patológicas".
LaFree recomienda también huir de las simplificaciones que tratan de explicar el terrorismo, como la pobreza, la ausencia de democracia o la política exterior de un país, y que prefiere verlo como un mosaico, un conjunto de factores. Su mensaje es que en el campo del terrorismo "hay mucha carga emocional y hay falta de información, y por eso necesitamos la ayuda de la ciencia. Tenemos que hacer una investigación muy cuidadosa y desapasionada, obteniendo la mayor cantidad posible de pruebas empíricas que podamos para llegar a nuestros objetivos".
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