El último reto de Carlos Checa
El piloto catalán afronta en Ducati un año decisivo tras dejar atrás su paso por Yamaha
Sentado en un rincón de su nuevo box, Carlos Checa parece reflexionar. Acaba de bajarse de la moto y está solo. Ha realizado una buena tanda de entrenamientos, pero su montura, la legendaria Ducati, no le ha permitido todavía estar entre los mejores. ¿Es su destino? Hubo un tiempo en que Checa apuntaba hacia el título mundial del medio litro, categoría ahora reconvertida en MotoGP. Pero de aquello hace ya mucho. Sus dos únicas victorias le llegaron, precisamente, en sus inicios: aquellos inolvidables años 1996, en Montmeló, cuando prácticamente debutaba, y 1998, en Madrid, cuando su estrella parecía consolidada en la élite mundial.
Poco después, aún en 1998, sufrió un accidente que marcó su carrera. Fue en Inglaterra, en Donington. Sufrió una caída y se quedó inconsciente. Tuvo que ser trasladado a un hospital e ingresado en cuidados intensivos. Le extirparon el bazo y todo se le complicó porque un coágulo de sangre se le instaló en la cabeza causándole peligro de muerte. Durante una noche se pensó en lo peor. Luego el peligro se disipó y, aunque lenta, su recuperación fue total. "Deportivamente fue un obstáculo importante", reconoce. "Sin embargo, no creo que afectara tan sustancialmente a mi carrera. Me motivó para seguir. Por primera vez me sentí solo conmigo mismo. Me acerqué a mi propia persona".
Entonces estaba todavía en el equipo de Sito Pons, el hombre que le dio la alternativa en el medio litro, como sustituto de un Alberto Puig, lesionado en 1995. "Sólo pienso en volver a las carreras", confesaba Checa en aquellos momentos. Tardó meses, pero se reincorporó al equipo de Pons y siguió compitiendo. Sin embargo, su progresión ya no era la misma. Pareció encontrar un revulsivo en el cambio a Yamaha, cuando acabó fatal con su jefe de filas, Sito Pons.
Sus primeros cinco años con Yamaha, hasta 2003, se saldaron con un balance de nueve segundos puestos y un tercero; es decir, diez podios. Un resultado notable y esperanzador para un piloto que buscara su entrada en la élite, pero no suficiente para un hombre con claras aspiraciones de convertirse en campeón mundial. Sin embargo, fueron esos resultados los que le permitieron a Checa seguir un año más con Yamaha, cuando el italiano Valentino Rossi entró en el equipo con el reto de convertir a la marca en campeona, acabando con el dominio avasallador de Honda que él mismo, Doohan y Crivillé habían marcado.
Para el piloto de Sant Fruitós (Barcelona) comenzaba una nueva etapa. Pero el saldo no fue positivo. En toda la temporada logró una pole position y subió al podio en una ocasión, cuando fue segundo en GP de Francia, mientras que Rossi se proclamó campeón mundial. "No busco excusas de ningún tipo", afirma Checa. "La única diferencia entre la Yamaha de Rossi y la mía fue el piloto". Y fue mucha. Excesiva para seguir juntos. Por eso, al final de la pasada campaña a Checa le vino de perlas la oferta de Ducati, la marca filial de Ferrari. "Estar aquí con ellos supone un nuevo reto para mí", confiesa el piloto catalán. "Ya sabemos que la moto no es aún todo lo competitiva que debería ser, pero creo que en poco tiempo podremos luchar por el podio".
Los entrenamientos IRTA previos al inicio del Mundial, el próximo 10 de abril, mostraron el nivel actual de la escudería italiana. Está un par de segundos por debajo de los tiempos logrados por la Honda de Sete Gibernau y la Yamaha de Rossi. O sea, bastante mal. Pero el tiempo corre a su favor. "Evolucionaremos rápidamente", asegura Checa. "Por primera vez en mucho tiempo, me siento muy a gusto sobre una moto. Tengo buenas sensaciones y este deporte es en un 90% emocional. Mi tandem con Ducati es mucho más letal que con Yamaha. Creo que juntos podemos hacer grandes cosas". ¿Tal vez luchar por el campeonato? Es difícil, pero el tiempo, a sus 32 años, se echa encima
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