Orcasitas, otra vez en la lucha vecinal
Una nueva generación ha recogido el testigo del movimiento ciudadano que hoy pugna contra el paro y la droga
Orcasitas protagoniza hoy el arranque del nuevo movimiento ciudadano en Madrid. Así lo confirma la incorporación de centenares de vecinos al despertar de un proceso participativo de nuevo cuño allí surgido. Comenzó en septiembre. Un grupo de jóvenes se planteó la siguiente pregunta: "¿Puede Orcasitas seguir viviendo del recuerdo de sus luchas vecinales? ¿O es mejor que renueve su propia historia con nuevas luchas?". La pregunta arraigó fuertemente en un colectivo más amplio. Y se puso manos a la obra para asociar al barrio entero en la aventura de hallar la mejor respuesta para sus problemas. ¿Qué problemas? Para definirlos crearon primero el Foro de Orcasitas: las 14 organizaciones del barrio (desde el equipo de fútbol, que juega en Tercera División, hasta el club parroquial o la prestigiosa Asociación de Vecinos).
1.500 personas han suscrito un pacto por la ciudadanía que es pionero en España
El foro contó desde su origen con una oficina técnica donde Eloy Cuéllar, sociólogo de 32 años, junto con Carlos Sánchez y José Antonio Cachinero sistematizan los programas de actuación a desarrollar, basados en consultar a la gente los problemas más importantes, y buscar colectivamente soluciones.
Voz, voto y compromiso. La receta es clásica, aunque innovada por el empuje de la generación joven que acaba de tomar el testigo de aquella otra veterana, compuesta por luchadores ya cincuentones, que forjaron junto con los movimientos vecinales de El Pozo, San Blas, Vallecas y Carabanchel la lucha ciudadana bajo la dictadura franquista.
La voz vecinal se acaba de escuchar en dos jornadas en las cuales el Foro de Orcasitas ha convocado a las 3.500 familias de este barrio meridional y periférico madrileño para ordenar sus 10 prioridades: la primera es la vivienda, seguida del empleo, y la educación -especialmente atribulada en Orcasitas- más la seguridad ciudadana, la sanidad, la integración social, la movilidad junto con transportes y tráfico, así como la cultura, el ocio, el medio ambiente y el estacionamiento. Por este orden.
Una vez definidos los principales problemas, era la hora de vincularse a su solución futura mediante un acuerdo de todos con todos. Su expresión ha sido un pacto cívico, un prontuario de cinco responsabilidades que los vecinos, mediante su firma, se comprometen a respetar. El pacto incluye el respeto a los espacios públicos, la responsabilidad de informarse, la expresión de opiniones, la propuesta de iniciativas, la adopción de conductas benevolentes no discriminantes en un barrio singularmente inmigrante: en Orcasitas conviven naturales de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Iberoamérica y, también, África. A estas responsabilidades, los vecinos más implicados añaden el compromiso de tomar conciencia de los costes que todo lo concerniente a lo público adquiere. De esta manera, según explica Eloy Cuéllar, la actitud ciudadana ha cristalizado en la firma personalizada, por más de 1.500 vecinos, de este pacto por la ciudadanía, el primero de toda España inducido desde la sociedad.
Con este arranque, el pasado 12 de marzo, el Foro de Orcasitas reunió a centenares de vecinos, así como intelectuales, profesores universitarios y amigos del movimiento vecinal de otros barrios madrileños, que, tras informarse de las prioridades de los problemas de Orcasitas, comenzaron a debatir soluciones posibles propuestas por los invitados y, al poco, seleccionadas por los vecinos mediante un sistema de votos a base de colores. Todo está en marcha.
El próximo 2 de abril, Orcasitas ha invitado al alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, a la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, a los partidos y otras organizaciones cívicas a visitar el barrio.
Orcasitas se encuadra en el perímetro que ocupan las carreteras de Toledo y de Andalucía, el hospital Doce de Octubre y la fábrica Renault. Sus terrenos pertenecían, y todavía una parte pertenece, a una terrateniente local, María Orcasitas. Su caserío se hallaba poblado por unos 3.000 vecinos, que hasta 1986 fueron en su mayoría chabolistas. Desde el comienzo de la década anterior, antes de la transición, el colectivo vecinal protagonizó una de las luchas ciudadanas más duras y difíciles de todas las desplegadas en Madrid. Iba a ser desalojado del barrio para construir allí viviendas para terceros. Sin embargo, consiguió quedarse en las viviendas nuevas, dotarse de alumbrado, agua corriente, sanitarios y calefacción. Fue su asociación de vecinos el escenario participativo desde el que irradió aquella fuerza, que consiguió avances históricos para todos.
El origen de sus conquistas fue un proceso de urbanización que los vecinos lograron controlar, tras obtener de los tribunales una sentencia que establecía la necesidad de que las memorias de ejecución urbanística señalaran como vinculante -no como meramente aconsejable- la inclusión de servicios básicos para los futuros usuarios. En aquella lucha, y hasta hoy, ha sobresalido Félix López-Rey, ex concejal y pionero de su asociación de vecinos, que, aún hoy, cada semana, se reúne en sesión abierta para debatir sobre los problemas del barrio y hallarles solución. "Estoy muy de acuerdo con las metas de la lucha de la nueva generación", dice con una sonrisa.
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