El ciclista resucitado
Contador, vencedor de la Setmana Catalana, tuvo una grave lesión en la cabeza el año pasado y dos placas de titanio le unen el cráneo
Muchos aficionados ven a Alberto Contador (Pinto, Madrid, 6 de diciembre de 1982) y se acuerdan del joven Perico Delgado. Observan su delgada figura de escalador, 1,76 metros, 59 kilos, miran atentamente sus demarrajes incansables, como el miércoles en la etapa reina de la Setmana Catalana, en la que venció y además se apuntó la general final, o en la última etapa de la París-Niza, su ataque en el col d'Éze, su descenso desgraciado -el pie que se salió del pedal, la llegada inevitable del tremendo Vinokúrov- o sus buenas maneras en la contrarreloj.
Contador es un corredor completo, de mucha clase, Manolo Saiz, su director en el Liberty Seguros, asegura que es un ciclista "con mucho futuro". Contador es también un joven con una historia detrás. Una historia de superación, casi trágica.
Hace diez meses, cuando bajaba a toda velocidad camino de Infiesto por el kilómetro 40 en la primera etapa de la Vuelta Asturias 2004, sufrió unas convulsiones encima de su bicicleta. Perdió el control, se fue hacia un lado y cayó en el asfalto. Una cicatriz de oreja a oreja por encima de la cabeza y otra en la barbilla muestran las secuelas de la terrible caída. "Estuve diez días ingresado en el Hospital de Asturias. Me dieron el alta y a los cinco días, por la noche, en mi casa de Pinto, mi padre escuchó golpes en la habitación. Tuve otra vez las mismas convulsiones y me llevaron al Hospital Ramón y Cajal. Vieron que el causante del problema era un cavernoma -una especie de ovillo de capilares que si se hinchan puede provocar una hemorragia- y me lo extirparon".
Cinco horas en el quirófano, el cráneo lo tiene unido por dos placas de titanio y le pusieron 70 grapas de oreja a oreja para unir la piel, más los puntos internos. Cuando Contador revive los hechos se muestra tranquilo, seguro de sí mismo e incluso asegura no tener miedo de que aquella situación se vuelva a repetir porque confía mucho en los médicos. "¿Miedo?, recibí el alta médica el 17 de noviembre por la mañana y por la tarde cogí la bicicleta y me puse a entrenar. Tenía que recuperar el tiempo perdido".
Tiene que hacerse revisiones cada seis meses. La última fue a finales de diciembre antes de ir a Australia. "Los médicos estaban decidiendo si podía participar o no y, al final, me dejaron correr", cuenta. Y se fue a Australia después del calvario sufrido: "Lo más duro de la recuperación fueron los tres meses siguientes. En todo momento tenía que estar vigilado por una persona, que controlaba todo lo que hacía". Y allí ganó la etapa reina del Tour Down Under, en Adelaida. "Para mí era un premio el poder volver a competir. Debutar tras el accidente y ganar una etapa en la primera carrera supuso para mí tal satisfacción que no la puedo ni expresar con palabras", asegura entusiasmado.
Contador ve optimista la presente temporada. "El primer objetivo era coger el ritmo de competición. He hecho un buen trabajo en la pretemporada y no me ha costado mucho adaptarme después de la operación". Tras vencer en la Setmana Catalana, es el momento de plantearse el calendario. "Manolo Saiz decidirá si corro la Vuelta al País Vasco. Después descasaríamos ya pensando un poco en la posibilidad de correr el Tour, que sería un sueño", dice con sonrisa picarona, porque él sabe que si Manolo Saiz cuenta con él para el Tour, sería el hombre más feliz de la tierra. Y parece que su sueño se va a cumplir.
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