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Triunfa en el Bolshoi una ópera que los diputados rusos querían prohibir

El público aplaudió durante diez minutos 'Los hijos de Rosenthal'

Ni los políticos ni los activistas radicales del movimiento pro Kremlin Caminando Juntos lograron frustrar el estreno de Los hijos de Rosenthal, la primera ópera que el legendario Teatro Bolshoi encarga en los últimos 30 años. Para este acontecimiento cultural se unieron personajes de primer orden: el compositor Leonid Desiátnikov, el novelista Vladímir Sorokin, el director de teatro lituano Eimuntas Nekroshus y el director del Bolshoi, Alexandr Vedérnikov. El éxito fue total: la sala estaba repleta y el público aplaudió al final durante diez minutos.

El estreno de Los hijos de Rosenthal no logró, pues, ser ensombrecido por el escándalo desatado en torno a una ópera que los diputados rusos, antes de leer el libreto y de verla, tildaron de pornográfica y pidieron que se impidiese que, en el principal escenario de Rusia, se oyera la "poesía sucia" de Sorokin.

Desiátnikov -sanpeterburgués de 49 años nacido en la ciudad ucrania de Járkov- califica su música de "minimalista con rostro humano" y reconoce la influencia de Stravinski en su obra. Autor de otras tres óperas, dos de ellas para niños, tiene también obras vocales, de cámara y para orquesta y compuesto música para películas. Cuando Vedérnikov, tras reemplazar a Guennadi Rozhedéstvenski en el Bolshoi, anunció que deseaba encargar una ópera nueva, Desiátnikov propuso a Sorokin escribir el libreto, ya que le había gustado su idea de unos clones de compositores geniales que después de la desintegración de la URSS se ven en la calle.

La ópera comienza 10 años antes de la perestroika, en 1976, cuando Rosenthal -biólogo alemán que inventó la duplicación de personas y emigró a la URSS- logra clonar a Mozart. El invento ya había sido utilizado por Stalin para multiplicar a los obreros de vanguardia, y después por Jruschov, Bréznev, Andrópov y Gorbachov, como nos lo cuentan esos mismos estadistas en monitores fijos a un costado del escenario y móviles en la misma escena. Entre un líder y otro, el director de escena, Nekroshus, muestra imágenes de ovejas y un primer plano de una muy parecida a Dolly.

Mozart se une al grupo de Chaikovski, Mussorgski, Verdi y Wagner clonados antes en secreto. Los geniales compositores viven felices bajo la protección de Rosenthal hasta 1992, cuando éste muere y casi al mismo tiempo Yeltsin deja de financiarlos. Para sobrevivir, se convierten en músicos callejeros en medio de pasajeros apresurados, taxistas y prostitutas. Precisamente el coro de las prostitutas -totalmente inocente, como toda la ópera, en la que no hay ni una sola palabrota por más que la vicepresidenta de la Duma, Lumila Sliska, argumentara su deseo de no oír tacos para negarse a asistir al espectáculo- es el que citaban los diputados furiosos. Hace dos años, el movimiento juvenil Caminando Juntos se querelló contra Sorokin al que acusó de divulgar pornografía en su novela La grasa azul, pero perdió el juicio. Desde entonces, el escritor tiene fama de "pornógrafo" especialmente entre los conservadores y nacionalistas, que además lo tildan de "antirruso".

Precisamente una prostituta es la causa de la tragedia: Tania se enamora de Mozart y juntos deciden irse a la soleada Crimea, de donde ella proviene. Pero el proxeneta de Tania no acepta la redención de la joven y decide vengar lo que considera una traición envenenando el vodka que beben los compositores para festejar la unión de Mozart y su amada. Todos mueren a excepción de Mozart, que vuelve en sí en el famoso hospital Sklifosovski de Moscú y se queda solo frente al mundo.

En la obra prácticamente no hay citas de los compositores, pero sí alusiones. Se podría decir que hay cinco minióperas en el interior de Los hijos de Rosenthal, cada una de las cuales recrea el estilo de uno de los cinco genios clonados. Para Desiátnikov, hay analogías entre su obra y las películas de Almodóvar. "Como los personajes de Almodóvar, los míos son marginales; claro que no son reales, sino clones, pero sus sentimientos sí que son auténticos y, al igual que el director español, quiero que el público sienta simpatía por sus sufrimientos", dice el compositor.

Vladímir Sorokin.
Vladímir Sorokin.

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