El Papa se deja ver brevemente en la plaza de San Pedro
Juan Pablo II se asomó ayer un instante a la ventana y bendijo a los fieles que esperaban en la plaza de San Pedro. Fue una aparición brevísima, de medio minuto, pero sirvió para atenuar los temores suscitados por la cancelación de la audiencia general de los miércoles y por los rumores sobre un agravamiento de su enfermedad.
La instalación de pantallas gigantes en la plaza hizo sospechar, desde primera hora de la mañana, que el Papa quería dejarse ver, y poco después el Centro Televisivo Vaticano anunció una transmisión en circuito cerrado a las once. Más de mil personas se congregaron en San Pedro, con la vista fijada en una ventana de cuyo alféizar pendía la habitual enseña roja. Con algo de retraso, a las 11.15, Juan Pablo II apareció en la ventana y en las pantallas. Tenía los labios contraídos en una sonrisa y una expresión que podía reflejar emoción o dolor. Muchas de las personas que le vitorearon procedían de Polonia y llevaban pancartas con deseos de pronta recuperación.
La convalecencia tras el fallo funcional de la laringe y la traqueotomía que le fue realizada el 23 de febrero está resultando muy difícil, y sus médicos reconocieron el martes que no podía darse nada "por descontado", ya que el cuadro clínico seguía siendo "serio". El proceso de recuperación, dijeron, sería "más largo de lo previsto". Al parecer, en los últimos días Karol Wojtyla sufrió un progresivo debilitamiento y se llegó a considerar la opción de ingresarle de nuevo en el Policlínico Gemelli, aunque el doctor Rodolfo Proietti, jefe del equipo médico, aseguró que una hospitalización no entraba dentro de los planes inmediatos. Fuentes hospitalarias citadas ayer por el Corriere della Sera hablaban de dificultades para digerir alimentos y de "respuestas negativas" a la medicación.
El domingo, Juan Pablo II no pudo hablar para bendecir a los fieles desde la ventana y mostró un aspecto demacrado. En un momento dado, dio un golpe sobre el atril que le habían puesto delante y se llevó una mano a la frente, como en un gesto de frustración.
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