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Reportaje:OPERACIÓN SALIDA DE SEMANA SANTA

La vigilancia invisible

Primer día de trabajo con los 132 coches camuflados de la Agrupación de Tráfico

F. Javier Barroso

El vehículo camuflado circula a unos 90 kilómetros por hora por el carril derecho de la autovía de Toledo (A-42). En su interior, dos guardias civiles vigilan los movimientos del resto de usuarios de la vía. Pasan inadvertidos, menos por un pequeño detalle. Llevan los chubasqueros reflectantes que les hacen más visibles al bajarse del vehículo. En ese momento, un Renault Megane gris intenta incorporarse a la carretera desde una vía secundaria. El conductor lo hace de tal manera que, en lugar de ceder el paso a un camión que circula correctamente, le obliga a frenar y a meterse en el carril del centro. El camionero evita arrollar al infractor; le toca el claxon y le da las luces para recriminarle su actitud.

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La orden del teniente que va de copiloto en uno de los coches de camuflaje que Tráfico desplegó ayer en las carreteras españolas es clara: "Vamos por él, que la que acaba de hacer es...". No le da tiempo a terminar. La situación empeora. El conductor del Megane saca el brazo izquierdo por la ventanilla e increpa al camionero. No contento, pisa a fondo el acelerador y rebasa al camión por la derecha. Se pone delante de él y le hace frenar, agravando su comportamiento incívico. "Esto ya es demasiado", comenta el guardia civil que conduce, mientras su compañero pone el lanzadestellos azul en el techo, baja el parasol y enciende una pequeña pantalla donde pone "Alto" y "G. Civil".

El coche camuflado se pone detrás del infractor y enciende la sirena. Hasta ese momento, el conductor, un vecino de Leganés, no se da cuenta de que ha sido pillado in fraganti por los agentes de la Agrupación de Tráfico. Los guardias le llevan fuera de la A-42, al casco urbano de Getafe, para evitar un accidente mientras le tramitan la correspondiente denuncia. En este caso se trata de conducción temeraria. Su forma de actuar le va a resultar bastante cara. Tendrá que pagar 450 euros, a los que tendrá que añadir la retirada del carné de conducir durante uno y tres meses.

El conductor no dice nada a los guardias civiles. Sabe que, mientras infringía el Reglamento General de Circulación, los agentes estaban tras él, sin que se hubiera percatado de ello. "La he cagado", hubiera dicho el director general de Tráfico, Pere Navarro, quien la víspera había anunciado la puesta en circulación de las patrullas de camuflaje.

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"Éste es el caso típico contra el que debemos luchar. La situación de riesgo que ha creado este conductor podría haber terminado en un accidente muy grave", comenta el teniente de Tráfico del destacamento de Leganés. Un golpe en la parte trasera del vehículo paralizado ya delata que no es el primer incidente que tiene este conductor.

El sancionado reemprende la marcha, mientras los guardias civiles del coche camuflado guardan el lanzadestellos azul. Ayer era el primer día en el que 132 turismos de estas características comenzaron a patrullar para luchar contra las infracciones más graves, como no llevar puesto el cinturón de seguridad, usar el teléfono móvil, no respetar la distancia de seguridad, hacer adelantamientos antirreglamentarios o no invadir el carril izquierdo, entre otras.

Los sistemas de detención de los infractores son novedosos, ya que los agentes se sitúan detrás de los conductores. Disponen de megafonía y de luces rojas y azules en el parabrisas para indicar a los conductores lo que deben hacer. "Lo más importante es incidir en aquellos lugares en los que haya más accidentes o se cometan más infracciones", señala el teniente de la Agrupación de Tráfico. Las noches y los fines de semana son campos abonados para estos coches, que estarán funcionando las 24 horas en todo tipo de vías, incluidas las locales. Su principal cualidad es, al no llevar ninguna señal exterior, que no son reconocibles. Se trata de vehículos de gama media o alta, con matrículas ordinarias (no llevan las siglas del Parque de la Guardia Civil, PGC) y con distintos colores y motores, tanto de gasolina como diésel.

El camuflado sigue su camino y se mete por una carretera comarcal con bastante tráfico, la M-506 (Villaviciosa de Odón y Pinto). Un conductor que accede a esta vía no lleva puesto el cinturón de seguridad. Al ver que le acaban de rebasar dos agentes dentro de un camuflado, reduce al máximo su velocidad para no adelantarlo y consigue evitar la sanción.

Menos suerte tiene el repartidor de una furgoneta, que tampoco se ha colocado el cinturón. El guardia que conduce se da cuenta y decide pararlo. En este caso es necesario poner todas las sirenas porque, al ser tan grande el vehículo, no se da cuenta de que detrás suyo va un coche de la Guardia Civil. La denuncia en este caso resulta barata: 90 euros. El conductor alega en su intento de defensa que es repartidor y que está bajando y subiendo de la furgoneta cada dos por tres. No le sirve. La denuncia será tramitada.

"El tema del cinturón se lleva muchas denuncias, pero la infracción estrella es sin duda el uso del teléfono móvil. No paramos de poner multas por este asunto", comenta el teniente, mientras continúa la marcha. A los pocos kilómetros, un camión está parado en el arcén y su conductor camina sin llevar el peto reflectante. "Eso también tendríamos que sancionarlo, pero preferimos seguir en el coche y dedicarnos a incidencias que puedan crear accidentes", reconoce este mando.

El sistema ha sido bautizado como "vigilancia invisible" ya que cualquier vehículo puede llevar a los agentes de Tráfico en misión de vigilancia. "Lo importante de este sistema de coches camuflados es que los conductores se sientan vigilados en todo momento y que sepan que siempre podemos estar ahí. El que circule bien no tendrá ningún problema, lógicamente", añaden los guardias de Tráfico.

Un guardia civil de un coche de camuflaje denuncia, ayer, a un automovilista por conducción temeraria.
Un guardia civil de un coche de camuflaje denuncia, ayer, a un automovilista por conducción temeraria.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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