Encabo, la madurez de un torero
El toro se presentó en la plaza. El torero, también. Ayer hubo toros y toreros en Valencia. Y, por lo tanto, emoción. No se pide tanto para que la tauromaquia tenga dignidad en Valencia. Lo de ayer fue un orgullo; lo del día anterior, una canallada.
Luis Miguel Encabo le cortó una oreja al segundo de Victorino. Posiblemente, la oreja de mayor peso de toda la feria. Muy agresivo el toro en el tercio final, humillado bajo la poderosa muleta de Encabo, fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Excesivo. No fue toro de tanto honor póstumo. Primero, porque manseó en varas, en las dos que tomó, y después, porque escarbó más de la cuenta.
Toro de público. Ya fue repetidor en los quites de Encabo y Ferrera, el primero por chicuelinas y el segundo por verónicas, y en ambos casos trances muy ajustados. Encabo, siempre puesto muy de verdad, le pudo y le toreó. Fue un enfrentamiento de poder a poder. Muy bien toreado el toro. Sometido. Mano baja. Las series bien atadas. Siempre con emoción.
Martín / Esplá, Encabo, Ferrera
Toros de Victorino Martín, desiguales en todo. Al 5º se le dio la vuelta al ruedo. Luis Francisco Esplá: dos pinchazos y entera (silencio); estocada y descabello (palmas). Luis Miguel Encabo: casi entera trasera y tendida (oreja); estocada trasera y tres descabellos (vuelta). Antonio Ferrera: dos pinchazos y estocada (saludos); tres pinchazos y bajonazo (saludos). Plaza de Valencia. 20 de marzo. 10ª y última de feria. Lleno.
Un salto de calidad, que no de emoción, hubo de ese toro al resto. El cuarto, por ejemplo, fue el menos victorino de la corrida. No tanto por hechuras, pero sí por juego. Noblón, pecó de soso y algo andarín. Esplá, fácil con él en banderillas, le anduvo detallista en la muleta. Más a fondo se empleó con el primero. Mirón el toro, no le permitió al alicantino más que probar por aquí y por allá. Ni pasaba el toro, ni se dio coba Esplá, que liquidó la situación con suficiencia.
Otro de los toros de marcado aspecto asaltillado fue el quinto. Difícil ejemplar. Gotas de manso en el primer tercio y tobillero en la muleta, sin acabar nunca el viaje. En fin, un victorino en regla. Encabo, que parece a punto de alcanzar la plenitud como torero, se enfrentó a él con gallardía. Muy torero. Los tiempos de la faena bien medidos entre serie y serie. Y los muletazos, milagrosamente bien rematados.
Defensivo el tercero de la tarde y crecido el sexto, que fue el menos toro de la corrida, fueron toros de lucha. Una manera distinta de entender la lidia por parte de Ferrera. Las dos faenas, un cuerpo a cuerpo. Una pelea de tú a tú. Muy motivado, Ferrera se metió de lleno en un campo de minas. Sorteó el peligro y sólo la espada le privó de llevarse una oreja del sexto.
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