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HISTORIAS DEL 'CALCIO' | FÚTBOL | Internacional
Columna
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Cosas que pasan

Enric González

El pasado 6 de enero, Paolo di Canio causó cierta sensación (sobre todo, en el extranjero) al saludar a la manera fascista, brazo en alto y ojos desencajados, a los tifosi de su equipo, el Lazio, durante la turbulenta conclusión de un derby frente al Roma. Poco después, Di Canio, gran admirador de Mussolini, fue multado por ese gesto con 10.000 euros. Y, aunque ese dinero vendría a equivaler al gasto anual en revisiones de su Ferrari azul, varios dirigentes de uno de los principales partidos italianos, Alianza Nacional, se ofrecieron a organizar una colecta para que Di Canio no tuviera que desembolsar un céntimo "por hacer algo perfectamente honorable".

Para aclarar un poco estos fenómenos, acaso desconcertantes para el observador, puede ser útil hablar de Daniela di Sotto.

El nombre de Daniela di Sotto empezó a ser conocido el 23 de febrero de 1971, cuando un grupo revolucionario lanzó varios cócteles molótov en el interior de la sede del Movimiento Social Italiano, el partido fascista, en el barrio de Cinecittá. Los agresores atrancaron las puertas para que nadie pudiera huir. Entre los militantes fascistas que sufrieron las heridas más graves estaba Daniela: las llamas prendieron en su cabello y le afectaron gran parte del cuerpo.

Comenzaban los años de plomo. Acababan de fundarse las Brigadas Rojas y los dos terrorismos, el rojo y el negro, se enzarzaron en una espiral de violencia. En el bando fascista, Daniela di Sotto figuraba en primera fila siempre que hiciera falta.

Hoy, más delgada y con ropa más elegante, pero con el mismo carácter tremendo y la misma simpatía brusca, Daniela di Sotto es una gran figura del Lazio: preside peñas, establece corte cada 15 días en la tribuna de honor del estadio Olímpico, protagoniza tertulias futbolísticas radiofónicas y no pierde oportunidad de desafiar a los enemigos romanistas. Su espíritu bélico y sus ideas se han trasladado a la grada.

Daniela di Sotto es, además de un tótem de los tifosi radicales del Lazio, la esposa de Gianfranco Fini, vicepresidente del Gobierno, ministro de Asuntos Exteriores, presidente de Alianza Nacional (antiguo Movimiento Social Italiano) y líder del postfascismo. O, como dijo Silvio Berlusconi el otro día a un alcalde de AN y del Inter, "fascismo a secas, porque la vergüenza está en el interismo, no en la ideología".

Algunas pequeñas cosas explican cosas más grandes.

(Una nota de fútbol real: el martes, ante el Oporto, Adriano marcó tres goles para el Inter. El primero, de rebote; el segundo, de remate exquisito; el tercero, en estallido de furia adriánica. Una progresión perfecta. El ariete brasileño demostró, cuando había que hacerlo, su condición de auténtico grande. Ayer se retiró lesionado en el Inter-Fiorentina y la afición negriazul sufrió un escalofrío.

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