El Athletic resucita ante un Levante invisible

Sobre todo, el Athletic necesitaba un amigo invisible, de esos que te hacen un regalo sin saber quien es, aunque te lo imagines. El Levante decidió hacer ese papel, regalarlo todo sin esperar nada a cambio. Hace cuatro días, Quique Sánchez Flores, técnico del Getafe, anunciaba que la debilidad del Athletic radica en su facilidad para conceder regalos defensivos. El asunto está en aprovecharlos. El Getafe, creyó en la profecía, el Levante no. Una cosa es que el Athletic conceda casi siempre un par de ocasiones y otra es que no busques, por tus medios, ninguna otra.

Porque, a cambio, el Athletic, un equipo dadivoso (que le concedió en la primera mitad una oportunidad alucinante a Sergio García), es un equipo temible cuando ataca. Ya sabe que la grada hace apuestas sobre en que minuto hará lo que no debe hacer, pero no es menos cierto que ofensivamente su producción es mucho más que interesante. Por eso marcó tres goles, con los delanteros centro de protagonistas, y disparó dos veces contra el poste (Tiko y Gurpegui) y encontró en Orbaiz e Iraola dos surtidores casi inagotables de jugadas interesantes. Para bien del Athletic, el Levante no aceptó la ley del toma y daca que generalmente propone el conjunto rojiblanco. Valverde incluso se la jugó con Llorente, sentando a Urzaiz, y el chicarrón riojano le devolvió la confianza con dos goles distintos: uno de listo, otro de delantero centro clásico.

El Levante aún no se había metido en el partido (a pesar de los esfuerzos de Juanma, su jugador más activo) cuando ya perdía por 2-0, recién iniciada la segunda mitad. Demasiado temor en sus piernas, demasiado abandono de sus delanteros.

Probablemente, el Athletic tenía en su pies el partido más cómodo de la temporada, pero fiel a su costumbre, se lo complicó en otro desajuste que aprovechó Juanma para meter una pizca de emoción al encuentro. Valverde dio entrada a Urzaiz y el delantero navarro aprovechó su primera ocasión para cruzar el balón tras un pase inteligente de Etxeberria. Demasiado fácil para un equipo complicado que tuvo a su favor un rival timorato, más confiado en los errores del rival que en sus propias habilidades. El Athletic, al menos, creyó en sí mismo.