Sorín, el gen competitivo
El argentino imprime carácter al Villarreal, que hoy pretende superar al Steaua de Bucarest y mantener el pabellón español en Europa
Ya sólo queda uno. En una temporada oscura para los clubes españoles en las competiciones europeas, el Villarreal pretende ser el único superviviente en Europa imponiéndose hoy (20.00, Canal 9) al Steaua de Bucarest, rumano, en la vuelta (0-0 en la ida) de los octavos de final de la Copa de la UEFA. Lo conseguirá si es fiel a su estadística: suma 17 encuentros europeos en El Madrigal no sólo sin perder, sino también sin recibir un gol. De salir airoso, sul rival, en los cuartos, será el AZ Alkmaar, holandés. Su técnico, Manuel Pellegrini, podrá contar con Riquelme y Gonzalo Rodríguez tras sus sanciones. También estarán Arruabarrena y Figueroa. Y... Sorín, alguien que ha elevado el carácter competitivo del equipo.
El lateral izquierdo, capitán de su selección, intenta asentarse tras su carrera de nómada
Debe de estar impreso en los genes. Simeone, ex del Atlético, asegura que cualquier campeón debe contar con argentinos en sus filas. Pues el Villarreal, con seis, parece una colonia blanquiazul. Nadie como Sorín (Buenos Aires, 1976) puede opinar mejor sobre lo que es una vida nómada con visados de trabajo de cuatro países (Italia, Brasil, España y Francia) además del suyo natal; con viajes de ida y vuelta, con estancias cortas en todos sus destinos. Se formó en el Argentinos Juniors junto a Riquelme. Debutó en la Primera de su país a los 18 años. En apenas un curso pasó al Juventus, en el que apenas estuvo unos meses y que por aquel entonces, en plena bonanza económica, compraba todo lo que olía bien. Volvió a los millonarios del River Plate, con los que se hinchó a ganar títulos junto a Francescoli, Salas, Ortega y Crespo. Y decidió marcharse a la cuna de los laterales, a Brasil, pasando a formar parte del Cruzeiro. Regresó a Italia, al Lazio, justamente cuando comenzaban los problemas financieros en la empresa Ciro, propietaria del club romano. Y de allí llegó, ahora hace ya dos cursos, a la Liga española, a un Barcelona convulso.
Por el club catalán pasó sin pena ni gloria y se le recuerda casi tanto por su baile en un concierto de un grupo de rock, estando de baja por una lesión muscular, como por sus exhibiciones en el campo. La travesía siguió por Francia, en el París Saint Germain, su mejor campaña europea. Y, tras su vuelta al Cruzeiro, el traspaso por dos millones de euros al Villarreal, en el que puede vivir su periodo más sedentario con tres años de contrato por delante.
La primera cualidad que se percibe en Sorín en la cancha es la tremenda generosidad física que despliega. "Trabaja mucho en la banda", advierte su compañero Font, que, además, alaba su "capacidad de sorpresa, llegando desde atrás, para conseguir goles". No le falta razón. Sorín ya lleva anotados dos tantos decisivos en la Liga: frente al Atlético y, el último conseguido en la pasada jornada, ante el Espanyol, adversario directo por una plaza en la próxima Champions.
Pero su importancia en el equipo amarillo tiene más que ver con un valor añadido: un carácter ganador que contagia a sus compañeros, a los que arenga constantemente. "Hay gente como Sorín que es más expresiva que la mayoría", confiesa el capitán, Quique Álvarez, ausente hoy por molestias en una rodilla, que también elogia su "trabajo, calidad y polivalencia". Su compatriota, Arruabarrena, redunda: "Imparte tranquilidad, como todo jugador de su categoría y experiencia".
No en vano Sorín, apodado El Intelectual por sus inquietudes culturales, es el capitán de la selección argentina. Juanpi, como le llaman, dijo al llegar que venía a ganar títulos y que los argentinos dan una mentalidad ganadora al equipo. Hoy, el Villarreal y Sorín tendrán una nueva oportunidad, ante el Steaua, de dar un paso más para que el aforismo se convierta en una realidad y, de paso, sostener el orgullo español de contar al menos con un representante en Europa.
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