Norman Adams, pintor y profesor británico
Norman Adams, pintor y profesor británico, miembro desde hace tres décadas de la Real Academia de Arte, falleció el pasado día 9 a los 78 años. Aquejado de Parkinson en la última década, había abandonado las grandes composiciones en óleo, pero seguía creando pequeñas acuarelas de paisajes y motivos espirituales que dominan en su prolífica trayectoria artística.
Una selección de su obra se exhibe actualmente en la galería Peter Scott de la Universidad de Lancaster, en lo que ha resultado ser su última exposición retrospectiva en vida.
De dibujos en papel en los años sesenta y obras monocromáticas en los setenta, Adams pasó a dominar el color en acuarelas y óleos con cierta tendencia a la abstracción. En las montañas, los paisajes silvestres y el mar descubrió una fuente constante de inspiración que llenaría de dramatismo al trasladarla al soporte pictórico.
No en vano sentía gran admiración por sus predecesores británicos, William Blake y Turner, los expresionistas alemanes Kirchner y Nolde, y, principalmente, Van Gogh. De Giotto asimiló la sensibilidad que transmite en sus obras de carácter religioso y en las figuras de ángeles que aparecen en sus cuadros.
De familia humilde, sin conexión aparente con el mundo artístico, y nacido en Londres el 9 de febrero de 1927, Adams despuntó de niño en dibujo y trabajos manuales. Pudo así ingresar en la Escuela de Arte de Harrow y ganar después una beca para el prestigioso Royal College of Art, donde se graduó en 1951. La Segunda Guerra Mundial interrumpió sus estudios y el joven Adams pasó seis semanas en prisión tras declararse objetor de conciencia y negarse a cumplir el servicio militar.
Artista prolífico, sus amigos cuentan que realizaba entre diez doce lienzos más un centenar de acuarelas al año. Pintaba en contacto con la naturaleza, bien en su caserío-estudio en un pueblo del condado de Yorkshire, donde residió gran parte de su vida, bien en las islas Hébridas, ese paraje solitario de Escocia donde pasó muchos veranos con su mujer y sus dos hijos. Repetidos viajes a Italia y Francia informarían su evolución con la paleta y con el contenido de las obras.
Mientras pintaba, impartió clases de arte en varias instituciones británicas. En 1986 fue nombrado director de las escuelas de la Royal Academy of Arts, de la que posteriormente fue profesor emérito. Si en los primeros años la docencia pudo ser una necesidad monetaria, en los siguientes fue una vocación. "El idealismo ingenuo de los estudiantes me resulta muy inspirador y un antídoto al comercialismo rabioso de la industria del arte", dijo en una entrevista en 2002.
En ese mismo encuentro, Adams destacó la serie del Vía Crucis de la Iglesia de Santa María, en Manchester, con las catorce estaciones pintadas en óleo, como su "gran obra maestra". Ejecutó también otros encargos eclesiásticos, entre ellos, los murales de la iglesia de San Anselmo, de Londres.
Glyn Huges, comisaria de una reciente exposición del pintor, recuerda en su obituario para el diario The Independent que Adams "siempre tuvo que enfrentarse a la incomprensión" por ser un "pintor espiritual en la excesivamente secular sociedad occidental".
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