_
_
_
_
_
Crítica:LAS VENTAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Buena casta, vive Dios!

Es una certeza que Dios existe en el planeta de los toros. De vez en cuando se da un paseíto por los escasos reductos donde se crían animales aptos para este espectáculo tan singular. La dehesa de Fuente Ymbro le gusta. A los asistentes a la novillada inaugural del ciclo venteño aún más, porque no es tarea fácil encontrar casta, codicia, fijeza, nobleza y transmisión entre tantas mentiras que se suceden a diario.

A cuatro de los novillos-toros se les aplaudió en el arrastre. El ganadero dejó alto el listón. No mansearon, no pisaron los terrenos de los chiqueros, a excepción del último que salió suelto, con poderío, causando verdadero pánico entre los toreros.

Pero la mano de Dios escasea. Tanto como las ganas, el pundonor, la torería, el saber estar y hacer, el mando, la técnica y todo aquello que un día se inventó -precisamente por inspiración divina- cuando alguien quiso medirse las fuerzas con un fiero animal. Y la desesperación cundió cuando ninguno de los toreros -ni a pie, ni a caballo- aprovecharon la casta y nobleza que los novillos llevaban dentro.

Fuente Ymbro/ López, Morilla, Ávila

Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados, encastados. 1º, 2º, 5º y 6º aplaudidos en el arrastre. Ismael López: casi entera caída; bajonazo. Alejandro Morilla: caída atravesada; desprendida. Juan Ávila: sendos bajonazos. Las Ventas, 12 de marzo. Un cuarto de entrada.

Las varas fueron torticeras y asesinas. Así, sin paños calientes. Y los argumentos que utilizaron los picadores fueron dejar tullidos y como un colador uno tras otro a los animales que se iban estrellando en el peto. Y por cierto, muy engalanados estaban los jamelgos. Lucieron vestimenta nueva y unos manguitos horrorosos y antirreglamentarios. Al quinto hasta le dieron un tercer puyazo y, como no están acostumbrados, se quedaron de piedra, además de desautorizados.

Las bregas no se vieron. Los quites no saben qué es eso, que ya tiene delito, pues los tres novilleros tomarán la alternativa en breve. Más de un espectador se fue pensando que no puede darse tanta contrariedad, pues es increíble que estos jóvenes toreros tengan tantas pretensiones y tan poco mando, tanta voluntad y tan pocos conocimientos. Los tres hicieron faenas demasiado largas, destartaladas, por fuera, sin cargar la suerte y mataron de bajonazos escandalosos.

Ismael López no quiso enterarse del potencial verdadero de su primero. Compuso mucho la figura y no supo qué hacer ante su segundo, al que tenía mucho que aguantar. Alejandro Morilla se limitó a poner el trapo fingiendo que aprovechaba la noble embestida de ambos novillos, con carreritas incluidas. Y Juan Ávila desconoce qué es el sitio verdadero. Cargó la suerte a golpes de muleta y de gritos, en la distancia larga. Si hubiera aguantado el pitón izquierdo de su último toro, podría vivir de la renta por mucho tiempo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_