Una década de tecnología popular

Dicen los titulares de la época que el Parque de las Ciencias de Granada estuvo a punto de cerrarse sólo cuatro meses después de su inauguración. Tres de las instituciones implicadas en el proyecto -el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta- se resistían a aportar las cantidades necesarias para salvar una institución que, según dijo en su día su director, Ernesto Páramo, nacía para "generar escepticismo ante cualquier verdad formulada desde fuera e invitar a las personas a comprobar experimentalmente todas las teorías científicias antes de aceptarlas".

Al final los políticos se pusieron de acuerdo para salvarlo y la fórmula de Páramo para el primer museo interactivo andaluz comenzó a funcionar. El próximo 5 de mayo se cumplen diez años de esos avatares iniciales. Con casi tres millones de visitas desde su inauguración, hoy, cualquier partido hubiera querido apuntarse el tanto. El Parque de las Ciencias se confirma año tras año como el museo más visitado de Andalucía y uno de sus principales institutos de divulgación tecnológica. Desde su creación es fuente importante de captación de fondos europeos y su existencia ha contribuido a diversificar la oferta turística sacándola del monocultivo del sol, las playas y los monumentos de siempre.

El centro aspira a convertirse en 2007 en un museo de museos tras su ampliación

El parque estuvo a punto de cerrarse cuatro meses después de su inauguración

Uno de los secretos del éxito confesados por su director ha sido saber mezclar la tradición monumental, literaria y cultural de la ciudad de la Alhambra con el fin primordial del museo. Ejemplo de ello es El Universo Lorca, un documental que sobre la vida y la obra del poeta que el Parque editó y proyectó en su planetario en 1998. Por si no era suficiente la fusión entre tecnología y literatura, sus gestores entregaron una copia al astronauta español Pedro Duque en 2003 con la petición de que se la llevara a la Estación Espacial Internacional (ISS) y diera al mito granadino cierto carácter orbital.

En esa misma línea, el museo ha demostrado en una de sus exposiciones que la música es arte y física a la vez y ha cedido sus pabellones a la Orquesta Ciudad de Granada para que los utilice como sala de conciertos. La cultura y la ciencia de Al-Andalus son el objeto de una de sus muestras más visitadas. Marte, protagonista estos días en el recinto, no es sólo el lugar de destino de las últimas sondas espaciales, también es un lugar mitológico que durante siglos ha inspirado todo un imaginario cinematográfico y cultural. "Ahora todo eso parece normal, pero hace diez años era muy novedoso", explica Páramo, que cree, como Leonardo o Voltaire, que la ciencia y la técnica son también humanidades. "Frente a la cultura sólo está la incultura", dice. "Frente al conocimiento, la ignorancia", añade.

Pero más allá de ese marchamo integrador de conocimientos, el Parque ha traído a Andalucía a varios de los investigadores más prestigiosos del mundo. Por sus aulas ha pasado la antropóloga y arqueóloga Meave Leakey, descubridora del Kenyanthropus, uno de los homínidos más tempranos. El artífice de la apuesta andaluza por la biotecnología, Bernat Soria, lo eligió para dar una de sus primeras conferencias sobre los avances en la investigación con células madre cuando todavía eran tabú. Siete cosmonautas del trasbordador de la NASA Discovery (entre ellos Pedro Duque) viajaron hasta Granada para dejar las huellas de sus manos en el museo divulgativo en 1999. Y un equipo de investigadores del laboratorio de identificación genética de la Universidad de Granada abrió las puertas para la repoblación del Guadalquivir con esturiones después de que se extinguieran hace más de 20 años.

Quedadas multitudinarias para observar eclipses solares o colas de varios meses para visitar sus exposiciones han demostrado que la ciencia tiene tirón y que la tecnología, además de interesar a los científicos, atrae a la gente corriente con la intención de formarse una opinión sobre los avances más punteros. "Todos estos eventos sumados han creado un clima favorable para que cualquier persona pueda tener acceso al conocimiento y han demostrado que la ciencia no tiene que estar aislada del resto del mundo de la cultura", asegura el director del Parque. "El interés demuestra la madurez y la toma de conciencia del público sobre estos temas".

Páramo afirma sin embargo que lo que se ha hecho en estos diez años no es más que un trabajo modesto. En 2007, su superficie se ampliará hasta los 70.000 metros cuadrados para convertirse en un museo de museos. Ha transcurrido una década, pero la vida del Parque de las Ciencias no ha hecho más que empezar.