En prisión por atar a su hijo a una cama por abandonar la carrera militar
Quería que su hijo trabajara. Que fuera militar. Logró que partiera a Cartagena, en Murcia, para ingresar en Infantería de Marina. Pero el viaje duró poco tiempo. Al día siguiente de emprenderlo, su hijo regresó a su casa en San Fernando (Cádiz). Como castigo, le ató una pierna a una litera con una cadena de apenas 50 centímetros que le impedía ponerse de pie. Pensaba dejarle así durante cinco meses, el tiempo que dura la instrucción. Pero en ese encierro, el joven, de 18 años, logró hacerse con un teléfono móvil y llamar a la policía. Los agentes lo encontraron entre varias latas de comida y una botella de plástico partida por la mitad para que hiciera sus necesidades. Su padre, de 42 años, fue localizado y detenido horas más tarde. Por orden de un juez, está en prisión preventiva desde el miércoles.
Disciplina
Fueron tres días encadenado a la litera. A esa humillación se le sumaron varios golpes que su padre le propinó con un palo para que aprendiera la disciplina que había perdido al abandonar la carrera militar. Su familia, su madre y sus tres hermanos, un chico y dos chicas, todos menores de edad, eran testigos mudos de lo que acontecía.
En otras ocasiones, les había tocado a ellos. La mujer había presentado una denuncia por malos tratos el año pasado. Su marido pasó a disposición judicial pero no llegó a ingresar en prisión. En 2001 el servicio de atención familiar de la Policía Local de San Fernando tenía registradas varias quejas por violencia. Según el subinspector José María Otero Chamorro, "hay que entender la actitud de la familia en un contexto de miedo absoluto ante una persona muy autoritaria".
La policía municipal acudió al hogar tras recibir la llamada del hijo encadenado, que había logrado hacerse con un móvil en un descuido de su padre. Durante los tres días, sólo había podido moverse, siempre vigilado, para ir al servicio. Aunque, cuando su padre iba a trabajar, como conductor de una grúa, le dejaba una botella de plástico. En una de esas ausencias, realizó la llamada.Cuando los agentes acudieron a la casa, la familia se asustó y dijo no saber nada de la denuncia. "Nos dijeron que no pasaba nada", reconoce el subinspector, José María Otero Chamorro: "Pensamos que nos habíamos equivocado de puerta". Fue el otro hijo varón, de unos quince años, quien terminó confesando. la verdad. Invitó a la policía a pasar a la vivienda e indicó el lugar donde estaba encadenado su hermano.
Cuando fue liberado, para lo que fue necesario una cizalla, el joven mostró agradecimiento a la policía y satisfacción. Pero también miedo. "Me la va a dar mortal", aseguró a los agentes, mientras su familia asentía también temerosa. Presentaba varias heridas y lesiones en el cuerpo, por lo que, antes de prestar declaración, fue atendido en un centro de salud.
Según relató, no era la primera vez que el padre le pegaba a él y a los suyos. Por temor, prefirió no volver a casa, sino ocultarse en el domicilio de un pariente. "Ahora sé lo que es sentirse como un animal", le dijo a los agentes, según recuerda el subinspector Chamorro.
La familia mantenía ayer el mismo miedo. Ante la presencia masiva de medios de comunicación, solicitó ayuda a la policía. No quisieron realizar ninguna declaración ni aparecer en imágenes. Por lo que pueda hacer el padre cuando vuelva a casa.
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