Trezeguet regatea al fin a la gripe
El jugador "fundamental", según Capello, reaparece en 'la Juve' tras un mes ausente
Si el mundo del fútbol se inclina naturalmente hacia el esoterismo, el Juventus, club de Turín, capital europea de la nigromancia, cuna del caramelo y la producción en cadena, es el club hermético por excelencia. En los campos del centro deportivo de la Fiat, sin embargo, algunas vallas tienen agujeros.
En esas canchas en las que históricamente se ha entrenado a puerta cerrada, lejos de las miradas ajenas a la sociedad como dicen aquí, la Juve se preparaba el domingo pasado pensando en el Madrid. Por uno de los rotos de la tela se veía a Fabio Capello, de pie, en la corona del área, dando voces a Ibrahimovic, el delantero sueco. "¡Aquí! ¡Aquí!", le gritaba, avisándole de que le mandaba el balón. Ibrahimovic miraba para otro lado. Recibía la pelota como quien no quiere la cosa y, sin prestar atención a la portería ni al entrenador, la enchufaba suavemente hacia un ángulo.
Alrededor del campo, mientras tanto, correteaba un grupo de jugadores con el francés Trezeguet al frente, serio y concentrado en la marcha como un soldado en plenas maniobras militares.
El equipo se ejercitaba para enfrentarse al Madrid, mañana en el estadio de Los Alpes, en un duelo que decidirá el paso a los cuartos de final de la Liga de Campeones. La trascendencia del momento era ilimitada a juzgar por el despliegue. Desde la terraza de los vestuarios, unos operarios oteaban el horizonte en busca de fisgones. Los fallos en la malla no tardarían en estar completamente ocultos. Otros empleados se apresuraban a cubrir el flanco descubierto. Y otros patrullaban el perímetro con cara de pocas amistades.
En el Juventus no hay rendija que se quede fuera de control. Pero el virus de la gripe, que se metió al vestuario hace un mes, hizo estragos. Tanto daño que pudo haber marcado la eliminatoria de manera invariable.
Hace un mes, Trezeguet, al que Capello considera "fundamental" para eliminar al Madrid, contrajo un resfriado que le dejó postrado. El delantero, nacido en Francia en 1977 y criado en el barrio de Floresta, en Buenos Aires, se había acoplado perfectamente a Ibrahimovic en el dúo atacante. Era el goleador de área, agresivo y oportunista, que Ibrahimovic no lleva dentro. Era el instinto asesino potenciado por un compañero genial. Sin Trezeguet, el Juventus perdió a su definidor y, como se temía Capello, pasó por el estadio Bernabéu sin marcar. Ibrahimovic, a quien Van Basten, en el Ajax, intentó adiestrar para que fuese "más concreto", se diluyó cuando su equipo perdió el cuero y Del Piero, que jugó, no es un hombre que se imponga con la nuca contra los centrales.
El propio hermetismo del Juventus propició que la larga convalecencia de Trezeguet fuera motivo de rumores. La coincidencia con la resolución judicial del proceso por el dopaje en los años 90, que señaló la responsabilidad del club, no hizo mucho por atenuar el ruido.
En Italia se especuló con que el futbolista había podido tomar medicamentos que dieran positivo y hasta se dijo que se había distanciado de Capello. El club expuso la versión de sus médicos. Cuando el virus de la gripe afecta al aparato digestivo, como en el caso de Trezeguet, dijeron los doctores, es obligado permanecer una semana en la cama. La consecuencia puede ser un debilitamiento profundo, algo nefasto para un deportista de la alta competición.
En el precedente inmediato, la eliminatoria de 2003, Trezeguet resultó decisivo para eliminar al Madrid porque marcó un gol en el Bernabéu. El que fue máximo realizador de la Liga italiana en 2002, con 24 goles, volverá hoy a saltar al césped. Regresará después de una larga ausencia. En una noche de máxima presión ambiental.
Como dice el también francés Thuram, líder de la defensa blanquinegra: "Necesitamos dos goles para pasar. Y para eso es bueno tener de vuelta a Trezeguet".
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