Ingenieras: pioneras en la colegiatura, relegadas en el ejercicio de la profesión
Para encontrar a la primera mujer arquitecta que se colegió en el ejercicio de su profesión en el ámbito de la Comunidad Valenciana hay que retroceder al anuario de 1970 del Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad, donde figura registrada con el número 858. Un década después, en los ochenta, sólo un 4,53% de las licenciadas en arquitectura figuraba en el registro colegial. Para apreciar "un salto cualitativo" habrían de pasar aún casi 25 años. No fue hasta 2004 cuando la curva de arquitectas colegiadas alcanzó el nivel del 22,57% respecto a los arquitectos colegiados.
Pese al salto, "la proporción de colegiadas sigue siendo muy baja respecto al porcentaje de mujeres matriculadas en arquitectura (47,87%), y mucho más respecto al de mujeres que se licencian (51,03%) que supera en dos o tres puntos a de los titulados", explica Deborah Domingo, profesora del Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Politécnica y autora del último estudio comparativo sobre Licenciadas técnicas en proceso de incorporación al mercado de trabajo, donde analiza la evolución de las colegiaturas en la Comunidad Valenciana y los diferentes destinos profesionales de las mujeres en tres ingenierías técnicas superiores: Agrónomos, Arquitectura y Caminos, Canales y Puertos (CCP)
Domingo matiza que, si bien, "en Agrónomos y Arquitectura se ha alcanzado un cierto equilibrio del 50%-50% entre el número de mujeres matriculadas y el de licenciadas -donde el éxito académico de las mujeres que supera en dos puntos o tres al de sus compañeros universitarios- esto no ha ocurrido aún en CCP". Domingo reflexiona que la ingeniería de CCP sigue siendo "una carrera vista, quizá, como más dura para una mujer, que tiene al final que organizarse y compatilizar su vida laboral con la familiar". Y sugiere que a la hora de analizar el fenómeno habrá que "repartir responsabilidades entre las decisiones de la propia mujer y la sociedad, que es quien al final prefiere contratar a pie de obra a un hombre, aunque haya una ingeniera con la misma cualificación", reflexiona Domingo. Las dificultades en esta ingeniería saltan a la vista desde que decide matricularse hasta que acaba. En 2004, la matrícula de mujeres en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de CCP sólo representó el 29,05% frente al 70,95% de hombres. Pero, lo que es más preocupante, ese año sólo se licenciaron un 18% de las que se matricularon hace seis años. Esto explica, por añadidura, el bajo porcentaje (9,23%) de ingenieras colegiadas en el ejercicio de su profesión en la Comunidad Valenciana.
En general, la distribución y el destino final de profesiones de las licenciadas técnicas no oculta las verdaderas dificultades para conciliar profesional y responsabilidad familiar, aún hoy, en pleno siglo XXI. "La mayoría de colegiadas están en áreas de docencia o Administración pública, con horarios más compatibles: o camufladas, en el caso de las arquitectas, como supuestas asalariadas en un estudio profesional, cuando en realidad, sólo facturan algún que otro proyecto al año". Domingo pone énfasis en este aspecto -"en la condición mayoritaria de asalariadas"- en detrimento de la inserción laboral en áreas de responsabilidad técnica o empresarial.
Sólo en el caso de las ingenieras de CCP -singular, como revela el estudio- la Administración pública, a través del Ministerio de Fomento o los ayuntamientos, absorbe hasta un 51% de mujeres ingenieras. Y es que, al final, se pregunta Deborah Domingo, el camino abierto por las mujeres profesionales a finales de los 70, aunque se ha asfaltado, no es todavía una autopista libre de obstáculos. Y habrá que ver la cuota social de responsabilidad. Hasta 1995, la Real Academia de la Lengua no reconoció la profesión de 'arquitecta' en su acepción femenina", concluye con ironía y optimismo Domingo.
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