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Perfil | Didier Lombard

La garantía de continuidad

Didier Lombard sucede a Thierry Breton al frente de France Télécom (FT). Es una opción de continuidad -Lombard era el número dos del grupo y había ingresado en él a petición del propio Breton-, pero tiene un carácter provisional porque el sucesor tiene 63 años, es decir, está a sólo dos de la jubilación. Los principales retos a resolver para el nuevo PDG (presidente-director general) son salvar del hundimiento la telefonía fija -principal fuente de abonados de FT- y poner fin a la guerra de precios entre los distintos operadores de telefonía móvil, una guerra que se hace a costa del margen de beneficios de Orange, la filial móvil de FT.

El perfil de Lombard, nacido en Clermont Ferrand en 1942, parece el idóneo para dirigir FT, pues su formación es la de un ingeniero en telecomunicaciones que ha pasado por la prestigiosa escuela superior Polytechnique y es doctor en Economía. Entre 1967 y 1989 ya trabajó en FT en el apartado de investigación y, desde 1989 y hasta 2003, ocupó altos cargos en la Administración pública, ya fuese en el Ministerio de Investigación y Tecnología, en el de Industria o como máximo responsable de la Agencia Francesa de Inversiones Internacionales. Entre sus otros méritos para acceder al cargo figura el haber elegido, en 1993 y entre multitud de candidatos, al propio Thierry Breton para intentar salvar al gigante francés de la informática -Bull- y, posteriormente, reincidir en su defensa de Breton para ponerlo a dirigir otra sociedad en dificultades, Thomson, la firma de sistemas informáticos. De alguna manera puede decirse, pues, que es Lombard quien descubre al actual flamante ministro de Economía y Finanzas. Hoy es Breton el que le devuelve el favor.

El color político de Lombard es confuso, pues si la mayor parte de su carrera se ha desarrollado al servicio de ministros socialistas, nunca ha hecho públicas sus simpatías. Lo que sí se sabe de él es que es hombre con una espléndida agenda, con contactos en medio mundo, que puede resolver a través de su red de amigos y conocidos problemas que para otros son irresolubles. Lombard sabe siempre con quién hablar y encuentra el momento y el tono adecuado. Esa virtud se la reconoce todo el mundo, pero nadie sabe si podrá seguir aplicándola ahora que ha dejado de ser un hombre en la sombra para asumir toda la luz que corresponde al máximo dirigente de la que era, antes de su llegada y la de Breton, la empresa más endeudada del mundo.

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