Vicente Peiró descubre en Irún el trasfondo de los rostros humanos

El fotógrafo Vicente Peiró (Logroño, 1956) conoció mucha miseria en sus viajes por países como India y Senegal, pero la dejó fuera del objetivo de su cámara. "No tengo estómago y no es lo mío", confiesa. Lo suyo es el retrato y por ello busca que nada, ni el fondo ni el color, desvíe la atención del rostro de los protagonistas de sus obras. Peiró inaugura hoy una muestra en el centro cultural Amaia de Irún.

"El retrato tiene algo, tiene un duende que me apresó hace tiempo", explica el autor. "Me puede gustar un paisaje y, si llevo la cámara, lo fotografiaré, pero es mucho más frío. Nunca iría a buscar un paisaje como persigo la mirada de un niño o las arrugas de un anciano". Peiró es un hombre empeñado en sacar a la superficie la riqueza emocional que se oculta tras el rostro de una persona. "Es un experto captador de las vibraciones del corazón humano, de la auténtica verdad que se esconde detrás de todo rostro por encima del momento concreto en el que la fotografía ha sido hecha", asegura Fernando San Martín, concejal de Cultura de Irún, en el catálogo de la exposición.

La prueba se ve en la muestra que inaugura hoy en Irún (López de Becerra s/n), en la que presenta 60 fotografías: cuarenta de ellas realizadas en sus viajes por Nepal, la India, Senegal y Cuba; las otras veinte pertenecientes a sus series Retratos y Desnudos. Todas las instantáneas tienen algo en común: están hechas en blanco negro y destacan los rostros de los protagonistas sobre fondos asépticos. ¿Por qué no utiliza el color? "A mi entender resta importancia a la cara" de los personajes, responde. "Otros fotógrafos buscan cada temporada distintos fondos y atrezzos para sus trabajos comerciales, pero a mí no me interesa, porque lo que yo busco es precisamente que nada logre desviar la atención de una mirada o una expresión". Por eso mismo ha elegido un fondo oscuro para retratar en su estudio a un padre desnudo con su hijo recién nacido en brazos. También por eso ha fotografiado a un anciano cubano apoyado sobre una persiana negra o a un pequeño senegalés asomando de un río cualquiera.

Lo que más llama la atención en esta exposición -una de las actividades organizadas para conmemorar el 25º aniversario de la Asociación Fotográfica Irunesa- es que Peiró cede el protagonismo a las gentes de países en vías de desarrollo, pero en ningún momento muestra sus penurias. Sólo hay una excepción, una fotografía captada en Senegal que deja asomar las miserias no sin cierta dosis de ironía. En la imagen se ve a un niño vestido con una camiseta enorme y harapienta sobre la que figura impresa la palabra Chanel.

"Mostrar las penurias no es lo mío", afirma Peiró, distinguido en 1988 por la Sociedad Americana de Fotografía. "Recuerdo que una vez en Bombay, donde mi mujer y yo tenemos apadrinado a un niño, nos llevaron a ver a una especie de disminuidos psíquicos. Había uno tullido, rodeado por moscas que se cebaban en él. Llevaba la cámara en bandolera, pero ni se me pasó por la cabeza hacer la foto. No tengo estómago". ¿Es partidario de que se muestren imágenes crudas o violentas en prensa y televisión? "Sólo si son irreconocibles", responde el artista. El fotógrafo tiene que ponerse en su opinión "en el lugar de la familia de la víctima".