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Reportaje:FÚTBOL | 26ª jornada de Liga

El eterno opositor saca nota

Antonio Tapia ha reimpulsado al Málaga en apenas dos meses

Del desencanto a la ilusión en dos meses. De dar casi por perdida la categoría a mirar de reojo a las competiciones europeas. Los seguidores del Málaga agradecen este vuelco físico y anímico del equipo a un hombre al que los elogios le abruman y casi le paralizan por la vergüenza. Y es que Antonio Tapia (Baena, Jaén; 1959) dista mucho de parecerse a esos entrenadores que pierden el flequillo ante un micrófono o una cámara de televisión.

Sencillo, familiar y de trato afable, Tapia, malagueño de adopción, ha reinventado al Málaga, lo ha sacado de la zona del descenso y lo ha asentado en la tranquilidad de la medianía. En sólo siete partidos, culminados con el 1-6 en Pamplona ante Osasuna, ha sido capaz de conseguir un punto más (16 por 15) que su antecesor en el banquillo, Gregorio Manzano. Es el buenhacer de alguien que, pese a llevar bastantes años en el oficio y haber entrado con buen pie en la élite profesional, se considera un eterno opositor a entrenador de Primera.

No hace muchos años, Tapia compartía la falta de sueño con muchos de los conductores con los que se cruzaba al amanecer camino de Almería. Casi a diario, durante bastantes meses, recorría en su Ford Fiesta blanco los cerca de 300 kilómetros que separan su casa de Fuengirola de El Ejido, donde entrenó al Polideportivo durante cinco temporadas (de la 1997-98 a la 2001-02), equipo al que sacó de los campos de tierra de Tercera y lo acomodó en Segunda.

Pero antes de este logro ya contaba Tapia con una dilatada trayectoria al frente de conjuntos de categorías inferiores, como el Mijas, en el que comenzó a entrenar en 1986, o el Fuengirola, al que subió a Segunda B en el curso 1989-90. En esta época, rodeado de chavales aún sacudidos por la inmadurez y el ímpetu adolescente, se forjó como un consumado pedagogo, especialidad que ha demostrado manejar a la perfección en el filial del Málaga, ahora en manos de Jose Mari Bakero. Él fue quien reorganizó un cuadro de endebles estructuras debido a la falta de atención que se le prestaba tras el regreso del Málaga a Primera después de muchos años. Era el ejercicio 2002-03 y no sólo armó un equipo, sino que consiguió el ascenso del Málaga B a Segunda.

En dos temporadas y media al frente del filial, Tapia dejó el germen de lo que puede convertirse en un vivero de buenos futbolistas, a imagen de la cantera del Sevilla o la del Betis. De ahí han salido Josemi, que ahora disfruta de la Premier League en el Liverpool, o Alexis, ya en la primera plantilla y que es seguido por el Inter.

Pese a su trayectoria de currante, Tapia afirma que nunca se había fijado como objetivo llegar a Primera. "Entrenar en la máxima categoría me hace mucha ilusión, pero lo que busco es ser feliz con mi trabajo y eso ya lo era en el Málaga B, en el que he vivido mi mejor experiencia y mi mejor momento profesional. Cuando lleve tres o cuatro temporadas, quizá ya me sienta un entrenador de Primera", afirmó nada más ser nombrado sustituto de Manzano con la promesa de renovar automáticamente en su cargo un año más si se logra la permanencia. Y de eso da fe la escena que se vivió cuando acudió a despedirse de sus pupilos del filial. Las lágrimas y los lamentos presidieron la entrañable charla.

Las mismas lágrimas, pero esta vez a causa del esfuerzo, que se habrán escapado en estos dos meses a más de uno de los jugadores de la primera plantilla. Tapia ha llegado con ganas y no renuncia a sus métodos. Micrófono inalámbrico en ristre para no perder la voz -lo que le valió el apodo de Chayanne-, organiza sesiones dobles de entrenamiento, planifica mucho trabajo físico y no olvida sus dotes de pedagogo, vídeos en ristre, para preparar a sus jugadores. Un método con el que ha conseguido sacar del bache anímico a un equipo, que ha pasado de sufrir un aluvión de goles, en medio de un tembleque generalizado, a convertirse en la revelación de la segunda vuelta, en la que supera al Madrid y se equipara al Barça.

Exponentes del milagro obrado por Tapia son las actuaciones del centrocampista Miguel Ángel, reconvertido en brillante media punta, o del canterano Juan Rodríguez, que con sus cuatro goles y su efectivo trabajo en la primera línea de presión se ha convertido en el emblema de este nuevo Málaga surgido del conocimiento de un eterno opositor a entrenador de Primera que celebró su primer triunfo en la Liga de las Estrellas, frente al Sevilla, sembrando patatas con sus amigos. "Lo que siempre he hecho los domingos", se justificó.

Antonio Tapia.
Antonio Tapia.DIARIO AS

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