Mourinho tampoco sabe ganar
El Chelsea derrota al Liverpool, pero su técnico es expulsado por mandar callar al público
José Mourinho perdió ayer los papeles, pero ganó una copa. Es sólo la Copa de la Liga, pero es el primer trofeo que consigue el Chelsea desde que ganara la Copa de Inglaterra en el año 2000. Para él fue mucho más: aunque ayudado por la suerte de otro gol en propia puerta, el de Gerrard, el portugués ha conseguido evitar el mal fario de una tercera derrota consecutiva que habría empezado a poner en el alero esa conquista de la Premier que todos ya le han otorgado.
Pero José Mourinho no pudo dejar de convertirse otra vez en el centro de atención. Si la semana pasada perdió los papeles en privado, incapaz de asumir su derrota en el Camp Nou, ayer los perdió en público: el cuarto árbitro se lo llevó expulsado a los vestuarios cuando el portugués celebraba el gol del empate llevándose el índice a los labios para hacer callar a la vecina hinchada del Liverpool. El chivatazo lo dio un policía, que avisó del gesto el portugués. Mourinho vio la victoria del Chelsea por televisión.
LIVERPOOL 2 - CHELSEA 3
Liverpool: Dudek; Finnan, Carragher, Hyypia, Traore (Biscan, m. 67); Gerrard, Hamann, Riise; Luis García; Kewell (Nuñez, m. 56) y Morientes (Baros, m. 74).
Chelsea: Cech; Ferreira, Carvalho, Terry, Gallas (Kezman, m. 74); Jarosik (Gudjohnsen, m. 45), Lampard, Makelele; Cole (Johnson, m. 81), Drogba y Duff.
Goles: 1-0. M. 1. Riise, tras pase de Morientes.
1-1. M. 79. Gerrard cabecea en propia puerta.
1-2. M. 107. Drogba remata un pase de Johnson.
1-3. M. 112. Kezman, tras centro de Gudjohnsen.
2-3. M. 113. Nuñez remata un pase de Gerrard.
Árbitro: S. Bennett. Amonestó a Hyypia, Lampard, Traore, Kezman, Hamann, Duff, Drogba y Carragher. Expulsó a Mourinho.
Estadio del Milenio. Unos 78.000 espectadores.
Según el portugués, su gesto iba dirigido a la prensa, no a la afición. "Hablan demasiado", dijo
Tras el partido, explicó que su gesto no iba dirigido a los hinchas rivales -que ocupaban la zona vecina a la del banquillo y sí parecieron darse por aludidos- sino a la prensa. "Hablan demasiado y en mi opinión intentan hacer todo lo posible para desequilibrar al Chelsea", dijo, demostrando lo mucho que le han afectado las críticas terribles que le han dirigido los medios ingleses por su plante en Barcelona. Y no se olvidó de su expulsión: "Es insólito que me expulse un policía y no un árbitro".
El Chelsea celebró como una gran victoria la Copa de la Liga, competición que suele pasar desapercibida y que en su fase inicial acostumbran a jugar los suplentes. Pero las peripecias de Mourinho en los días anteriores acabaron dando un morbo especial a la final. Primero fue la eliminación de la Copa a manos del Newcastle, el domingo pasado, que la prensa atribuyó al portugués por su arriesgada idea de hacer un triple cambio en el descanso que se combinó con la mala fortuna de perder a un jugador por lesión a los pocos minutos. Luego llegó el mal perder en Barcelona, cuando atribuyó la derrota a una confabulación entre el árbitro y el entrenador barcelonista, Frank Rijkaard.
El partido arrancó con más expectación de la esperada y con un inmenso golpe de teatro: John Arne Riise cazó una volea enorme con la zurda y envió a la red un centro desde la derecha de Morientes cuando no se llevaba ni un minuto de juego. Dominador pero desorientado, el Chelsea no cocinó una jugada de peligro hasta que en el minuto 24 Lampard disparó con veneno desde lejos y por bajo forzando al normalmente inseguro Jerzy Dudek a desviar a córner. La presión azul aumentó a partir de entonces y el Liverpool se encerró de manera temeraria en el área, incapaz de hilvanar contraataques de verdadero peligro.
Las cosas cambiaron en la segunda parte. Los de Rafa Benítez iban cogiendo confianza a medida que pasaba el tiempo y los de Mourinho parecían apagarse sin remedio. Llegó entonces el momento clave. Steven Gerrard, estrella del Liverpool muy a su pesar, pareció tener ya un pie y media cabeza en el Chelsea: el pie con el que falló una oportunidad de oro en el minuto 74 y la cabeza con la que marcó un gol en propia puerta cinco minutos después al intentar enviar a córner un manso saque de falta de Paulo Ferreira. El empate forzó la prórroga y dejó las manos libres a los de Mourinho para convertir en real su superioridad teórica.
De ahí al final llegaron otros tres goles, todos a balón parado. Nada más arrancar la segunda parte de la prórroga, el Chelsea se puso por delante al colarse Drogba entre dos defensas y convertir en gol un saque de banda de Glen Jonson. Kezman resolvió luego un barullo en el área tras sacar una falta Lampard. El postrero gol del español Antonio Núñez, cabeceando a gol una falta lanzada por Gerrard, dio al Liverpool unas esperanzas engañosas.
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