Desde el avión
Ya no vivo en Madrid, ciudad en la que nací y crecí, y que ahora veo desde el aire cuando vuelvo en avión. Una espesa raya negra de humo cubre la ciudad, los bosques de la ribera del Henares y Manzanares son de grúas, los pueblos tienen adosadas urbanizaciones con una superficie mayor que sus cascos históricos, y las autopistas, túneles y raíles se abren paso unos por encima de otros.
Una vez en tierra, todo está en obras, un paisaje caótico de zanjas y vallas, incesante el ruido, las máquinas sin parar, irreconocibles el recorrido y las rotondas por las que llegaste hace dos meses, el pavimento de tu calle se ha abierto por cuarta vez con el martillo hidráulico. Las prisas y la improvisación en la construcción se están cobrando vidas de trabajadores y ponen en peligro a los ciudadanos más desfavorecidos, como los mayores y discapacitados. ¿Qué está pasando? No hay descanso, el puzzle se va llenando, pronto no quedará espacio en la Comunidad de Madrid. ¿Es ésta la ciudad sostenible para el 2012, un evento que encima triplicaría las obras? ¿Tiene fin esta situación.
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