_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La hora europeísta

Hervé Gaymard tenía las condiciones para aspirar al máximo en la política francesa: joven (44 años), titulado por la ENA (el granero de las élites políticas y económicas de Francia) y, sobre todo, protegido del presidente Jacques Chirac. Sin embargo, se ha visto obligado a presentar su dimisión como ministro de Economía y Finanzas tras reconocer el daño causado al Gobierno conservador de Jean-Pierre Raffarin por el lujoso piso -un dúplex de 600 metros cuadrados más gimnasio- en el que se alojaba con su mujer (una brillante ejecutiva) y sus ocho hijos desde que llegó al cargo hace dos meses y cuyo alquiler era costeado por el Estado a razón de 14.000 euros mensuales.

Gaymard ha admitido un "error de apreciación" sobre las condiciones que debe tener el alojamiento de un ministro una vez que el semanario satírico Le Canard Enchaîné revelara la situación hace diez días y más tarde el diario Le Monde y la revista Paris-Match aportaran nuevos detalles dejándole en entredicho al haber negado que tuviera otras propiedades en París. Entre otras, poseía un piso, de 200 metros cuadrados, en un barrio céntrico, que abandonó cuando fue nombrado ministro de Agricultura en 2002 y que alquiló a un amigo suyo a razón de 2.500 euros.

Es cierto que Gaymard no ha infringido la ley, pero sus excesos han rebasado todos los límites éticos. Tanto, que en plena tormenta de este escándalo Raffarin emitió un decreto fijando en 80 metros cuadrados el tope de lo que pague el Estado, más 20 metros cuadrados por hijo. Ha cometido lo que, por desgracia, sucede en la carrera de no pocos políticos, independientemente de su nacionalidad o su ideología: cuando pisan las alfombras del poder pierden el sentido de la realidad.

Gaymard ha hecho gala de ser hijo de un zapatero de pueblo y de no tener riqueza, lo cual es relativamente incierto, pues posee varias propiedades y se ve sujeto a declaración de patrimonio. Pero, además, al ex ministro le ha jugado una mala pasada la delicada relación que tenía con bastantes miembros del Gabinete y las más que tensas con su antecesor, Nicolas Sarkozy, actual presidente del partido gubernamental UMP, enemigo declarado de Chirac, aspirante al Elíseo en las elecciones de 2007, y del que muchos sospechan que ha podido filtrar el feo asunto a la prensa en un acto de venganza contra el jefe del Estado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_