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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ciudad y la distancia

Leonardo Padura

Una mañana invernal, lluviosa y oscura, un escritor cubano recorre el paseo marítimo de Palma de Mallorca, "desde la Lonja hasta el Molinar", y para protegerse del frío y otras agresiones menos evidentes, se instala en "un café desaliñado, bebiendo un vaso de vino tinto frente a un camarero magrebí". A salvo, momentáneamente, del viento gélido, observando el mar sin brillo desde las vidrieras del café, el escritor cumple entonces un ejercicio doloroso pero, a todas luces, necesario: suelta las riendas de sus nostalgias y recuerdos y comienza, ante nuestros ojos, un viaje al pasado, a la ciudad caliente y bulliciosa de su pasado más remoto y más cercano, y nos devela su relación con un mundo hecho de sitios, personajes, sueños, historias, olores, colores y ruidos, de la que brota, por arte del arte, la imagen dolorosa y febril de una Habana propia e íntima, de La Habana según Abilio Estévez.

INVENTARIO SECRETO DE LA HABANA

Abilio Estévez

Tusquets. Barcelona, 2004

352 páginas. 17 euros

Más información
"Ya está bueno de exilio, balseros y tiburones cebados"

Inventario secreto de La Habana es un libro esquivo, inclasificable, pero previsible para los que conozcan la obra de Abilio Estévez, en especial su novelística, con dos títulos esencialmente habaneros como Tuyo es el reino y Los palacios distantes, donde la ciudad, vista o entrevista, es un espacio físico pero sobre todo espiritual, que forma parte de la vida de sus personajes hasta el punto de determinarla en muchos sentidos. También previsible resulta que éste sea un libro que su autor haya escrito desde la distancia de los casi dos años que lleva radicado en España, pues sólo la lejanía suele ser capaz de engendrar esa visión nostálgica y develadora de un ámbito tan cercano, esa mirada salida desde las vísceras mismas de un escritor que desnuda su alma y el alma de su ciudad con una sinceridad dolorosa, pero de la que, afortunadamente, queda excluido, en esta ocasión, el resentimiento que hubiera empañado los ojos y la sensibilidad del autor y nos hubiera entregado una pieza totalmente diferente.

En el difícil cruce de caminos donde confluyen el libro de viajes, el reportaje, las memorias y hasta la autobiografía, Inventario secreto de La Habana (donde también la ficción asoma la oreja) es, no sólo por su mestizaje genérico, un libro diferente y a la vez cercano a los que en los últimos años han escogido a La Habana como protagonista o espacio literario privilegiado. El hecho de ser un libro "habanero", esencialmente cubano, pero de haber sido concebido y escrito fuera de la ciudad y de la isla, lo suma a la literatura de una diáspora que a partir de los años noventa del pasado siglo marcó el mundo de la creación artística de la isla con innumerables partidas y negaciones. Sin embargo, la gran diferencia de este híbrido es que no se aprovecha de la distancia para crear un discurso político o para alzar una atalaya propicia al francotirador: es un libro sobre la memoria y el dolor, una obra desgarrada y sin complacencias, pero donde no hay espacio para los ataques y los pases de cuenta tan frecuentes en el ambiente político-literario de la diáspora cubana.

La Habana se ha convertido, en los últimos años, en una obsesión para decenas de escritores -y no sólo cubanos-. Entre los nacidos en la isla, sin embargo, el proceso de decadencia física y moral de la ciudad ha sido un asunto que ha ido cobrando una presencia cada vez más palmaria en la literatura, otorgando una nueva dimensión a un prolongado proceso histórico de creación y apropiación del ámbito urbano y su espiritualidad, que ha estado presente en la narrativa cubana desde sus orígenes, allá en la década de los treinta del siglo XIX. En los últimos quince años, mientras tanto, de la creación y apropiación de ese espacio (proceso en el que descuellan figuras como Alejo Carpentier, Lino Novás Calvo y Guillermo Cabrera Infante) se ha pasado a su deconstrucción, al imperio del caos, las ruinas y los cataclismos, y la narrativa habanera se ha poblado de personajes cada vez más amorales y de espacios en plena demolición.

Inventario secreto de La Habana no escapa a esa tendencia literaria en la que ya ha participado su autor (recordar Los palacios distantes), pero al acercarse a la imagen de la ciudad desde un punto intermedio entre la ficción y la reflexión, su propósito no es "novelar" un espacio, sino exorcizarlo, como si su autor cumpliera una necesidad espiritual inapelable, exigida por su propia memoria.

Forjada sobre la evocación

de los recuerdos propios y los recuerdos adquiridos de otras memorias, el inventario de Abilio Estévez recupera una ciudad anterior a su experiencia personal y la imbrica armónicamente con la ciudad por él vivida, una ciudad en el tiempo en la que confluyen personajes célebres y gentes anónimas, historias personales y reflexiones conceptuales, sitios emblemáticos y parajes sórdidos y deteriorados, que en su conjunto logran crear un universo vivo y palpitante, mágico y real a un mismo tiempo.

Pero, tratándose de la ciudad de un escritor también La Habana de este libro es La Habana de la literatura. Apoyándose en una admirable "antología" de visiones habaneras legadas por escritores de distintos tiempos y geografías, Abilio Estévez va entregándonos el reflejo literario de La Habana a lo largo de casi dos siglos, al tiempo que, como parte inalienable de la vida citadina, rescata la presencia de algunos de los escritores que marcaron el espíritu de la urbe: desde el habanerísimo Julián del Casal hasta el equívoco Ernest Hemingway, desde Lezama Lima y José Rodríguez Feo hasta el iconoclasta Virgilio Piñera, escritores todos con los que el autor tiene una relación libresca o personal que, en muchos sentidos, le ayudó a conformar su propia imagen de la ciudad.

Incluso para los que hemos nacido y vivido en La Habana este Inventario secreto resulta un libro revelador. Su intencionado alejamiento de los tópicos habaneros o su visión peculiar y poética de algunos de ellos (incluidos el Malecón y el mar, a los que dedica todo un capítulo) le da un color diferente capaz de hacer que los veamos con ojos nuevos. La magia encargada de operar ese milagro es, por supuesto, la prosa de Abilio Estévez y su sensibilidad de escritor cabal, pero también las marginaciones que, durante años, sufrió en su propia ciudad y que comenzaron a engendrar algo así como una distancia en la cercanía que, a mi juicio, define este adolorido y amoroso recorrido por una ciudad literaria y real, de pesadillas y sueños felices.

La literatura habanera -y en esta ocasión el calificativo es polisémico- se ha enriquecido con este Inventario secreto de La Habana que es como un homenaje a la ciudad en que vivimos dos millones de cubanos, muchas veces sufriéndola sin verla, muchas veces amándola sin entenderla. Es la crónica de una ciudad posible que se parece tanto a la real como un poema de amor se parece al acto de amar.

Un mecánico reparando un viejo modelo de un Plymouth en la calle del Valle en el centro de La Habana (2000).
Un mecánico reparando un viejo modelo de un Plymouth en la calle del Valle en el centro de La Habana (2000).AP

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