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Reportaje:MÚSICA

Poesía bailada

Rara vez una escenografía moderna aborda sin dañar los elementos típicos de la ópera barroca como son la ligereza de su ritmo y la sinceridad emocional muy humana, que la hacen accesible. Muchos intentos de directores de escena fracasan cuando quieren acercar la música antigua a un público actual acostumbrado a avalanchas visuales. La coreógrafa alemana Sascha Waltz (1963) no provoca el choque entre los sonidos que salen del foso de la orquesta y lo que sucede en el escenario. Ni cae en el peligro de querer adaptar una escena inventada hoy a una música ya existente. Waltz, una de las creadoras de la danza teatral alemana más exigente e innovadora, ofrece en la interpretación de Dido y Eneas (1689), del compositor inglés Henry Purcell, un lenguaje teatral moderno, una interpretación tangible, y que sirve de ejemplo. La receta que resulta sabrosa en esta coproducción de la compañía Sascha Waltz & Guests con la ópera berlinesa Staatsoper Unter den Linden (donde se presenta ahora), la Academia de Música Antigua de Berlín, el Gran Teatro de Luxemburgo y la ópera de Montpellier, de la que surge toda una obra de arte, es cruzar las fronteras de los géneros, la mezcla del coro, la orquesta y los bailarines. La coreógrafa suele inventar sus obras desde la primera letra hasta el punto final. El lenguaje corporal inventado por Waltz es tan intenso que descompone y recompone el espacio en el que se mueven sus figuras. Uno de los más destacados ejemplos es la trilogía Cuerpos, S y noBody (entre 2000 y 2002).

Ahora Waltz ha presentado su nuevo trabajo sobre esta ópera barroca, compuesta por tres actos y un epílogo en base al libreto de Nahum Tate y la música de Purcell, dirigida y complementada musicalmente por el italiano Attilio Cremonesi. El resultado que se vio la semana pasada en el estreno de la Staatsoper fue una verdadera sorpresa.

En el escenario, los cuerpos

imperfectos de los cantantes se entremezclaban con los cuerpos perfectos de los bailarines. Los miembros de uno de los más destacados conjuntos de música antigua de Alemania, el Vocalconsort Berlin, y sus voces se integraron perfectamente en las escenas poéticas, entretenidas, alegres y tristes coreografiadas por Waltz. Ésta creó para cada uno de los protagonistas un compañero "silencioso", un álter ego que se expresa y comenta bailando. Dido es interpretada por la cantante Aurore Ugoli y la bailarina Clementine Deluy, y Eneas por Reuben Willcox y el bailarín Virgis Poudzunias.

El drama de amor de Eneas y la reina Dido arranca con un acuario a media altura donde nadan y bucean los bailarines. El silencio es total. Se mantiene constantemente una metamorfosis orgánica de los intérpretes semidesnudos o vestidos pomposamente. Los instantes durante los cuales la música se escurre en imágenes coloridas y alegres sobre el escenario resucitan el ambiente del XVII. Revelan, junto al silencio lleno de espiritualidad, la filosofía del tema central de esta ópera: el amor. Éste aparece como pasión fortalecedora y fuerza destructiva que lleva a la muerte y a la resurrección.

Escena de 'Dido y Eneas', en el montaje de Sascha Waltz.
Escena de 'Dido y Eneas', en el montaje de Sascha Waltz.P. SEVILLA CIORDIA

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