La vida diaria del inmigrante
Unas jornadas ponen de relieve el carácter transversal y polifacético de la inmigración en Europa
No caben soluciones dirigidas desde Bruselas para enfrentarse a la inmigración; tampoco sirve el cierre de fronteras o las políticas represivas. La resolución de este fenómeno que vive y del que vive Europa sólo será posible con la colaboración de todas las instituciones y los propios inmigrantes. Ésta es una de las principales conclusiones de las jornadas que sobre el asunto se han celebrado en Vitoria, con la presencia de más de 200 especialistas de toda la UE. Y una advertencia, que aportó el lunes Miguel Pajares, asesor en materia de inmigración y asilo del Comité Económico y Social Europeo: el denominado efecto llamada se mantendrá en España mientras el 25% del PIB esté basado en la economía sumergida.
Varios especialistas reclaman que se descentralice la ley de Extranjería
Han sido dos jornadas intensas, con presencia de expertos y políticos, sólo empañadas por la nevada que ayer impidió la presencia de los representantes de varias ONG que iban a ofrecer la visión más cercana del fenómeno. No pudieron llegar los miembros de Garaipen, Cáritas y SOS Racismo, pero sí estuvo Elena Luquín, de Cruz Roja, quien debatió con otros ponentes sobre la vida diaria de los inmigrantes. Algo quedó claro: estas personas reciben ayuda institucional no porque sean inmigrantes, sino porque viven en situaciones de exclusión social.
Una idea que ya habían apuntado funcionarios de los ayuntamientos catalanes de Reus y Mataró, municipios que cuentan con un alto índice de personas extranjeras. Fue quizás el momento en el que más se insistió en la necesidad de la descentralización de la ley de Extranjería en determinados aspectos, como la tramitación de permisos de residencia y trabajo y la paulatina incorporación de las policías autonómicas a las funciones de policía de extranjería, como indicó Laura Díez, adjunta al Defensor del Pueblo catalán.
Desde el principio, nadie discutió que la inmigración es una cuestión que tiene un carácter transversal, que va mucho más allá de la vigilancia de fronteras. Eso sí, no afecta por igual a los países del Mediterráneo que a los escandinavos, pero la colaboración intergubernamental es necesaria. Jordi García Martínez, miembro de la dirección general de Inmigración de la Comisión Europea, insistió en que será relevante en los próximos años una política común exterior para la inmigración: "Sobre todo, en lo que se refiere a la interlocución con países terceros para mejorar la gestión de los flujos de inmigrantes y la cooperación al desarrollo".
Sin tenerlo preparado, Peter Schatzer, coordinador regional para el Mediterraneo de la Organización Internacional de las Migraciones, resumió en su conferencia de clausura las mejores sugerencias de las jornadas. Definió la inmigración como algo complejo ya que afecta no sólo al mercado laboral o a la seguridad, sino que incide también en los modelos educativo, cultural, de identidad nacional, en el campo de los derechos humanos, de la vivienda. En fin, que la inmigración no se puede atender como un fenómeno al margen de la vida cotidiana.
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