Con la bodega bien llena
Foronda celebra su 25º aniversario en cabeza de la carga aérea española y creciendo en Europa
El aeropuerto de Vitoria-Foronda ha encontrado su identidad llenando las bodegas de los aviones. Instalado en la primera posición de los aeropuertos de carga del país, -el tercero de España por toneladas transportadas (sin contar los pasajeros y sus equipajes)-, ahora aspira a tomar posiciones en el concierto europeo como una mayor referencia de todo el eje atlántico. Instalado en un punto estratégico en la confluencia de las principales vías que comunican Francia con el País Vasco y con la meseta, y en el futuro primer enlace vasco del tren de alta velocidad entre Madrid y París, el aeropuerto se está preparando para ese momento, y está aprovechando su 25º aniversario con inversiones de más de nueve millones de euros.
"El aeropuerto va a editar un libro con los logros, fracasos y expectativas"
Además de mejorar aspectos de la navegación aérea, el aeropuerto amplia sustancialmente la plataforma para acoger más aviones, debido al colapso actual en algunos momentos, y configura el entorno aeroportuario con el criterio de un polígono industrial, e intercambiador de mercancías.
A la proximidad de la vía férrea, Foronda suma también la potencialidad que le confiere la construcción de uno de los mayores centros logísticos del norte de España a escasos 15 kilómetros. La plataforma Arasur, que suma dos millones de metros cuadrados y unos 360 millones de euros de inversión, está ubicada en la localidad alavesa de Rivabellosa, en la confluencia de las autopistas Burgos-Armiñon y Bilbao-Zaragoza con la N-I (Madrid-Irún). Esta plataforma que funcionará al cien por cien en el año 2014, dispone de conexión con las líneas de ferrocarril que enlazan desde Madrid y Barcelona, vía Miranda de Ebro, con los puertos de Bilbao, Pasajes y Santander.
En un radio de 100 kilómetros Arasur dispone de una clientela potencial de cuatro millones de consumidores. De esa manera el aeropuerto amplia su zona de influencia considerablemente ya que va a tener uno de los principales almacenes de Europa casi como si fuera su despensa.
Sin embargo, la carrera por situarse en un mundo cada vez más pequeño, en el que las distancias ya no se miden por kilómetros, sino por horas de vuelo, y las mercancías dan la vuelta al mundo en apenas una jornada, ha sido larga y dura.
Con la perspectiva de las bodas de plata, el aeropuerto va a editar un libro en el que se recogen los logros, fracasos y expectativas de la aviación en Vitoria, y donde se relata como el de Foronda es el tercero de los aeródromos de la capital alavesa. Una ciudad que tuvo la primera escuela de pilotos civiles de toda España en el campo de Lakua y a un célebre aviador e ingeniero como Heraclio Alfaro, que da nombre al Aeroclub de Vitoria.
Otro ingeniero aeronáutico, Jesús Garay, es quien tiene las riendas del actual aeropuerto de Foronda y el que apoyado por su jefe de seguridad y número dos en el organigrama, Andrés Sebastián, le han dado la vuelta a la situación. Desde que asumió la dirección, en 1994, ha cambiado el futuro del aeródromo. Ese año Foronda pasó de 2.000 toneladas de mercancías a un total de 14.000, y ahora ya se encuentra en torno de las 45.000 toneladas. Había encontrado su camino.
Atrás queda la batalla para captar los vuelos de pasajeros que tenía Bilbao, tras el anuncio de Iberia de que trasladaba su base de operaciones a Vitoria. Las cuestiones técnicas que favorecían a Foronda como un campo más moderno y con mejores ayudas a la navegación, perdieron en favor de los argumentos políticos.
Pero la primera línea aérea no salió de Foronda, sino del aeródromo José Martínez de Aragón, que fue inaugurado el 29 de septiembre de 1935, y que poco después durante la Guerra Civil, cambio de nombre al de Aeródromo general Mola. El militar sublevado murió en un accidente de aviación tras despegar de Vitoria.
La primera línea aérea que tuvo Vitoria echó a volar en 1937 y era la Tetuan-Sevilla-Cáceres-Salamanca-Vitoria. Dos años después se transformó en la Vitoria-Zaragoza-Barcelona-Palma de Mallorca. Se trataba de un aeropuerto atípico, que atravesaba la N-I, que cada vez que llegaba un avión había que cortar con una barrera.
Ahora la N-I bordea las instalaciones y el aeropuerto recibe más carga que otra cosa, aunque de vez en cuando llega algún pasajero ilustre. En abril de 1997 aterrizó el Dalai Lama. Lo habitual es que aparquen, entre iglús de pequeña paquetería, compartimentos especiales con leones, caballos y cocodrilos. Es el siglo XXI.
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