_
_
_
_
Reportaje:REFERÉNDUM EUROPEO | El voto en localidades que reciben ayudas de la UE

"A ver si traen algún duro"

Sestao ha pasado seis meses pendiente de la Unión Europea y de su astillero, La Naval, pero ayer votó sin resentimiento

"Hay que hacer algo. A ver si traen algún duro de por ahí". Juan Iracheta, de 76 años, se jubiló hace más de 20 en la Babcock, una de las grandes empresas históricas de la Margen Izquierda del Nervión (Vizcaya). Iracheta, natural de Tafalla (Navarra), lleva más de 50 años en Sestao, donde viven sus hijas y sus nietos, y lejos de culpar a la UE del duro momento que ha vivido el astillero de La Naval de Sestao, cree que de Europa viene la ayuda.

Sestao votó ayer en el referéndum bajo una capa de agua, en un típico día gris. Los resultados arrojaron al final un 71,7% de apoyo al texto, frente a un 24,6% de noes. La participación llegó al 37,9%.

Los colegios vivieron a lo largo del día un goteo de votantes, en su mayoría de edad avanzada. El vacío de las clases contrastaba con el lleno de los bares. Los sestaoarras, que han visto cómo un expediente de la Comisión Europea a los astilleros públicos Izar ha puesto en peligro La Naval, no culpan a Europa. Miguel Ángel Asporosa, presidente del comité de empresa de La Naval, estaba ayer al mediodía comprando el periódico frente al Ayuntamiento. No tenía dudas sobre la UE. Como Iracheta, cree que el problema con Europa tiene que ver con los políticos españoles.

Más información
El 'sí' vence por mayoría aplastante en un referéndum que registra una abstención del 57%
Voto agradecido en el olivar

La Margen Izquierda cuenta con una tasa de paro casi cuatro puntos superior a la media vasca y ha visto desaparecer en 20 años empresas como Altos Hornos de Vizcaya, que llegó a dar empleo a 13.000 personas; General Eléctrica y Babcock & Wilcox, hoy convertida en un taller con problemas. En el mismo centro de esta comarca se encuentra Sestao, una población tradicionalmente obrera, que ha bajado en 20 años de 44.000 habitantes a 30.000 y en la que conviven áreas rehabilitadas con zonas de alta degradación social y urbana.

Sestao ha vivido los últimos seis meses pendientes del astillero. Primero, del posible cierre; ahora, de posible comprador y de la "incertidumbre" sobre el futuro. En La Naval han empezado ya a cortar y soldar la chapa para el gasero que tiene en su cartera de pedidos. Esperan que lleguen más. Mientras vuelven al trabajo se prepara la salida de 570 trabajadores, los mayores de 52 años a 31 de diciembre pasado, con lo que la plantilla ya no llegará a mil personas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Europa no tiene la culpa

Nati Cuevas se prejubila. Toda su vida la ha pasado en La Naval, y hoy asegura: "En el astillero no hay un sentimiento de que Europa tenga la culpa. Más bien se piensa en los partidos políticos". Ayer fue a votar y lo hizo por la Constitución. Es presidenta de la asociación de mujeres Neba-Neba, y la semana pasada recibió una llamada del Ayuntamiento para que presentara un proyecto para mujeres que podría financiarse con fondos europeos. "Todo cuelga de Europa. Podemos ir más allá del pueblo y, con todas las pegas que tenga, es una gozada no tener que enseñar el carné para cruzar fronteras", insiste. Sobre el futuro del astillero ve "incertidumbre" y asegura que será el tiempo quien determinará qué pasa.

Sestao es un pueblo de cuestas, y los mejores terrenos junto al Nervión son para la industria. Micalea Bermúdez tiene 78 años y anda despacio, con ayuda de su bastón. Pese al mal tiempo, por "costumbre" y con la ayuda de su hijo se acercó ayer a votar. Nació en Málaga y lleva 52 años en Sestao. "Dicen que vamos a mejorar en todo", afirma con una cierta discreción Micaela, tras votar por Europa en la sala de baile de la Escuela de Música de Sestao. Entre espejos y con la madera protegida por una moqueta, los miembros de las dos mesas electorales atienden a los pocos mayores que a última hora de la mañana siguen ejercitando poco a poco su derecho a votar, casi "por costumbre".

Juan Iracheta, jubilado de Babcock & Wilcox, con su nieto en una calle de Sestao.
Juan Iracheta, jubilado de Babcock & Wilcox, con su nieto en una calle de Sestao.SANTOS CIRILO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_