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El líder silencioso recibe su premio

Garbajosa recogió el trofeo al jugador más valioso de la competición

El líder silencioso recibe su premio rodeado de una euforia desatada, Jorge Garbajosa (Torrejón de Ardoz, Madrid, 1977) recogió ayer, en la pista del Príncipe Felipe de Zaragoza, el trofeo al jugador más valioso de esta Copa del Rey (17 puntos y cinco rebotes). Lo aceptó feliz, orgulloso de sumar uno más a su ya larga lista de premios, pero con esa serenidad que le acompaña siempre dentro y fuera de la pista. Casi como si la celebración no fuera con él. Garbajosa es así: un tipo acostumbrado a sumar éxitos de forma casi silenciosa.

Quizá porque la pasión por la canasta la descubrió un poco tarde, cuando su altura y el sabio consejo del conductor del autobús que le llevaba a la escuela en Torrejón le recomendó cambiar la portería de fútbol sala por la canasta. Se lo llevó a Juventud Alcalá, equipo del que era directivo, y lo puso a trabajar. Enseguida se le vieron maneras. Así que, con 15 años, decidieron enviarlo a Vitoria para acelerar su proceso de formación en el Taugrés juvenil. Para entonces, ya poco quedaba de aquel niño rechoncho al que apodaban el gordo, por su perfil un tanto fondón. Y, si algo quedaba, en la capital vasca lo pulió. En largas sesiones de trabajo en la pista, bajo condiciones duras para un chaval. Joven como era, Garbajosa se sentía un tanto sólo, pero resistió. En buena parte gracias a Javi Rodríguez y a los hermanos Cazorla, sus compañeros de equipo, que lo arroparon como a un hermano y lo convencieron para que continuase en Vitoria.

Hasta que Rivas, Green y Scott se cruzaron en su camino. Ellos dominaban la pintura de aquel Tau y ellos fueron en parte los responsables de que el pívot madrileño tomase una de las decisiones más importantes de su carrera: abandonar el club para emigrar a Italia, al Benetton Treviso de Piero Bucchi, en busca de minutos y experiencia. Había ganado una Copa del Rey con el Tau (1997-98), tenía tan sólo 22 años y su ahora consolidada carrera internacional se empezaba a forjar.

Como ahora en Málaga, en Treviso, lo acogieron con los brazos abiertos. La familia Benetton, propietaria del club, siempre estuvo muy pendiente de él, incluso más allá de la cancha, en la que, pronto, comenzó a sumar títulos. Tan sólo un año después de llegar al Benetton, sumó su primer título de liga italiana. Era el preludio de una temporada fantástica, la 2002-03, la de su eclosión internacional. Campeón de la liga y la Copa italiana, y subcampeón de la Euroliga que el Benetton perdió en el Palau Sant Jordi frente al Barça, Garbajosa firmó un curso casi redondo. Pues, en el verano, a las órdenes de Javier Imbroda, fue uno de los integrantes de la selección que se colgó la medalla de plata en el Europeo de Suecia. Con cierto regusto amargo, supuso el colofón a una gran temporada.

Sumó después una nueva Copa italiana, antes de dejarse convencer por Sergio Scariolo y fichar por el Unicaja. "Al principio de temporada, con los problemas que tuvimos en el equipo, sentí que le había engañado", confesó ayer el técnico italiano, minutos después de proclamarse campeón. "Ahora, con este título, ya me siento mejor". El técnico italiano sólo tiene palabras de elogio para un Garbajosa al que sigue desde que coincidieron en el Tau -"entonces, era un chaval", recuerda Scariolo- y al que se propuso fichar para iniciar un nuevo proyecto en Málaga. Lo logró, como reconoce, después de "un largo cortejo", pues a Garbajosa lo pretendían Barça y Madrid, entre otras grandes novias de Europa. "Se había agotado un ciclo, el equipo se había quedado descompensado en su juego interior y estaba convencido de que Jorge era el hombre ideal para personificar esta nueva etapa por sus enormes capacidades técnicas y humanas", apunta Scariolo. "No es una super estrella, pero sí un excelente jugador de equipo, con gran sensibilidad".

Los resultados no han tardado en darle la razón. Apenas medio año le ha bastado para recoger los primeros frutos. Tiempo suficiente para que el "líder silencioso" que es -así lo describe el técnico italiano-, se haya hecho con el vestuario a través del ejemplo. "Habla poco, pero se gana el respeto de sus compañeros con el lenguaje corporal, dando ejemplo, trabajando cada día de forma muy seria y constante", apunta. "Es todo un modelo".

Y así, con la misma serenidad con la que trabaja en la pista, Garbajosa, atendía ayer a la prensa y a todos los seguidores. "El carácter que tiene este equipo ha hecho que ganáramos este título. Todos los jugadores han aportado algo a este triunfo", decía, antes de deslizar una confesión: que el de ayer fue uno de los partidos más emocionantes de su vida.

Garbajosa entra a canasta ante Felipe Reyes.
Garbajosa entra a canasta ante Felipe Reyes.EFE

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