Cómo cerrar la página del 11-M
S alvo auténtica catástrofe en el referéndum sobre la Constitución Europea de hoy domingo, PSOE y PP se preparan para pasar rápidamente la página de la UE y para saltar sobre el siguiente tema: la reanudación, el próximo martes, de los trabajos de la comisión parlamentaria sobre el 11-M y los propios actos conmemorativos del atentado. Para los socialistas, pase lo que pase en el referéndum, será la ocasión de celebrar su primer año de gobierno. Para los populares, un mal momento: "Estas semanas jugamos a la defensiva", reconoce un directivo popular.
La dirección del PP piensa que una baja participación en el referéndum podrá ser presentada como "un cierto fracaso del Gobierno", pero muy pocos creen que el tema "tenga mucho recorrido". Lo que de verdad preocupa a los dirigentes del PP es "neutralizar" lo que llaman "afectos adversos" del aniversario del 11-M y de la conferencia internacional sobre terrorismo que ha convocado el Gobierno en Madrid.
El primer problema para el PP es la habilidad de Rodríguez Zapatero para "quedarse en la hornacina", según la expresión de un directivo popular
El bronco enfrentamiento que la crisis del 11-M sigue provocando en las filas del PP actúa como un eficaz cohesivo de la militancia popular, pero también como un agente paralizante ante el electorado en general. "Las conclusiones de la comisión del 11- M y la utilización que haga el PSOE de la conferencia obligarán a dar el carpetazo a cualquier forma de cooperación con el Gobierno", predice un diputado popular. "Cuando consigamos cerrar este asunto comenzará de verdad una etapa nueva, marcada por las elecciones vascas y gallegas y por el debate territorial, mucho más interesante para nosotros", asegura.
Los populares, o por lo menos algunos de sus dirigentes, coinciden en que su principal problema a la hora de hacer oposición es la habilidad que ha demostrado hasta ahora José Luis Rodríguez Zapatero para "quedarse en la hornacina", según la gráfica expresión de un miembro de la ejecutiva. Es decir, para que no le salpiquen los posibles errores de la labor cotidiana de gobierno. "No han aparecido todavía asuntos de calidad suficiente como para que erosionen la imagen de Rodríguez Zapatero", admite uno de los analistas del PP.
Uno de los campos obvios para lograr ese objetivo es el debate sobre el modelo territorial. "Zapatero pretende aparecer ante los nacionalismos históricos como un ejemplo de flexibilidad y, al mismo tiempo, que el resto de España le vea de la mano de Rajoy. Si nosotros le dejamos combinar las dos cosas, si no conseguimos dificultar ese equilibrio, habremos hecho muy mal nuestro trabajo", explica el mismo directivo.
Con las elecciones autonómicas vascas por medio (17 de abril) y con el serio escollo de las elecciones gallegas (previsiblemente en octubre, aunque quizá se podrían aplazar realmente hasta casi diciembre), muchos populares no creen que sea posible lanzar su ansiada ofensiva de desgaste de la imagen del presidente del Gobierno antes de otoño. "Salvo los errores que pueda cometer él mismo", precisa con esperanzada ironía un dirigente nacional del PP.
Inmigración
Además del tema territorial, el PP cree que puede basar su estrategia de fuerte oposición en el tema de la regularización de inmigrantes, "fundamentalmente en el impacto que pueda tener ese flujo migratorio en el deterioro de políticas asistenciales y en el mercado del trabajo", según palabras de uno de los especialistas populares.
"Hasta ahora", añade, "no hemos conseguido trabar ningún debate económico importante. Ha sido imposible, fundamentalmente porque el Gobierno se ha mantenido casi inactivo en ese campo y porque la economía ha seguido su marcha positiva". Esperan, sin embargo, que ese panorama pueda cambiar en otoño, si Rodríguez Zapatero lanza finalmente un nuevo programa fiscal y políticas de impulso de la competitividad, tal y como figura en su programa. "Ése será nuestro momento", explica uno de los asesores del secretario ejecutivo de Economía y Empleo, Miguel Arias Cañete.
El responsable de economía del PP ha ido creando un grupo de especialistas, que no tiene carácter oficial, pero que funciona como una eficaz asesoría.
Quien todavía no parece haber convocado siquiera el Consejo de Política Exterior que preside es Loyola de Palacio. La ex comisaria europea hace frente a una fuerte competencia en su partido en temas de política internacional, desde su propia hermana Ana, presidenta de la Comisión de Exteriores del Congreso, hasta el portavoz parlamentario, Gustavo de Arístegui, muy activo en los últimos meses. Tal vez por esa dificultad para encontrar "sitio", De Palacio ha sido asociada a posibles iniciativas en el PP vasco, aunque sus principales responsables consideran que ya existe una dirección joven y experimentada en política local y autonómica "que no tiene intención de cederle el paso".
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