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Reportaje:LA CRISIS DEL CARMEL Y SUS EFECTOS

Del informe apócrifo a las insólitas restricciones

El desastre del Carmel pone en entredicho la política informativa de la Generalitat nueve meses después del 'caso Sellarès'

En sólo nueve meses, dos graves crisis. El pasado mayo, la difusión de un informe apócrifo sobre los medios en Cataluña costó la dimisión del primer secretario de Comunicación del Gobierno tripartito, Miquel Sellarès; la segunda aún colea y tiene como origen las insólitas restricciones informativas en el Carmel -la Generalitat intentó abrogarse, por ejemplo, la atribución de decidir qué hechos eran noticia y, en consecuencia, permitir o impedir el trabajo de la prensa- difundidas en una nota de la misma oficina, que ahora dirige Enric Marín, quien ha tenido que reconocer que fue "desafortunada" y "desgraciada".

Igual que en el caso Sellarès, se ha producido una tormenta política, a la que se han sumado las fuertes críticas de los medios de comunicación y de los profesionales, que han arremetido contra la intromisión en la libertad de información que, a su juicio, supone dicho comunicado. Así pues, la política informativa del Gobierno catalán, que recayó en ERC tras un intenso tira y afloja con el PSC por su control -previo al Pacto del Tinell, e incluso posterior, ya que Pasqual Maragall se quedó con la Dirección General de Difusión, que asignó a Jordi Mercader-, ha acabado convirtiéndose en el talón de Aquiles del Ejecutivo.

No parece haberse relajado el pulso entre ERC y el PSC por el poder informativo

La marcha del polémico Sellarès; la llegada a la secretaría, el pasado 25 de mayo, de un cargo de mayor consenso, Enric Marín, y la reordenación del organigrama que él auspició auguraron nuevos y más tranquilos tiempos. La nueva estructura interna permitió el desplazamiento de Mercader -periodista, considerado incómodo por ERC- a la oficina de comunicación del presidente y que la Dirección General de Difusión pasara a depender del nuevo secretario. Estas medidas parecieron zanjar, por una parte, la pugna entre republicanos y socialistas por la golosa gestión informativa, y de paso erradicar la imagen conflictiva con la que había echado a andar el departamento. El poco tiempo transcurrido, sin embargo, ha revelado que ni una cosa ni la otra.

En la Secretaría de Comunicación no ocultan el desánimo por su patinazo al emitir la nota por la que se informaba de que las imágenes del Carmel las iban a servir Efe y Europa Press cuando la Generalitat considerara que se había producido un "hecho noticiable". "Fallaron todos los filtros", admiten. Y sin justificarlo, atribuyen esta grave intromisión en la libertad de información a la presión a la que estaba sometido en esos días el equipo de la secretaría y a la dispersión de sus miembros "en reuniones y en distintos puntos del Carmel". Saben que la torpeza de la nota no tiene disculpa; sin embargo, afirman no entender las críticas a que, en su opinión, se está sometiendo a Marín en exclusiva. Recuerdan que, como miembro de la junta del Colegio de Periodistas, el ahora secretario de Comunicación ha defendido la independencia de los medios y que la información sobre el hundimiento del túnel del metro en el Carmel empezó a administrarla el Ayuntamiento de Barcelona, cuyo servicio de prensa -que dirige Ana Belén Moreno- estableció las primeras restricciones de entrada a periodistas a reuniones con vecinos y a los hoteles donde éstos estaban hospedados, las cuales motivaron las quejas de los informadores. La intervención de la oficina, añaden, se produjo sólo después de que, mediando el Colegio de Periodistas a instancias de los profesionales a los que se había impedido llevar a cabo su labor, se reclamara su concurrencia para garantizar el derecho a los periodistas a informar y el de los afectados a su intimidad. "Nos implicamos queriendo hacer de buenos y hemos acabado siendo los malos de la película", señalan en la oficina de Marín.

Tampoco parece haberse relajado el pulso entre ERC y el PSC por el poder informativo. En Esquerra está extendida la percepción de que en esta crisis la Secretaría de Comunicación ha sido abandonada a su suerte por sus socios socialistas. Fuentes próximas a la formación republicana aseguran que en los días que siguieron al fatal hundimiento, particularmente tras exhibirse las conmovedoras imágenes de los vecinos rebuscando su memoria en contenedores de basura, no cesaron de llegar a la oficina de Marín mensajes de Presidencia en el sentido de que el Carmel se estaba convirtiendo en "un plató cinematográfico" y de que había que atajar eso de alguna manera, para evitar que aflorara la tragedia que sufrían los afectados. Fuentes de la órbita socialista achacan, en cambio, la censurable gestión informativa de la catástrofe a "la inexperiencia periodística" del secretario de Comunicación, quien, pese a su amplia trayectoria como teórico del ramo, "jamás ha pisado una redacción". "Y el desconocimiento del terreno que uno pisa, por muy buena voluntad que se tenga, nunca puede servir de excusa", zanjan.

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En el departamento de Marín admiten que internamente ha habido autocrítica. "No hemos hecho un psicodrama, pero sí hemos pasado todos por el despacho del secretario y hemos asumido nuestras respectivas culpas", explica una fuente de la oficina, que ve claras similitudes entre las dos crisis que han puesto a la secretaría en un brete. "Tanto en el caso Sellarès como en el del Carmel, la oposición, sobre todo CiU, nos ha acusado de una manera injusta de emitir informes y documentos cuya autoría no nos correspondía".

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