Rus y la Acadèmia
Sería absurdo (y posiblemente, un mal negocio) que los miembros de la AVL se dedicaran a vender frigoríficos, estufas o televisores, malgastando así sus versados conocimientos filológicos. En cambio nos parece de lo más normal que un vendedor de electrodomésticos (por muy alcalde de Xàtiva o presidente provincial del PP que sea), invistiéndose de unos conocimientos lingüísticos que no tiene, se permita aconsejar a los académicos sobre qué deben y qué no deben hacer. Lo digo por las recientes declaraciones de don Alfonso Rus. Este señor afirma que, si los miembros de la AVL están convencidos de que nuestra lengua es el catalán, deberían marcharse a Cataluña a ejercer su trabajo. Según este argumento, ¿Adónde tendrían que marcharse esos que constantemente se están autoproclamando únicos defensores del valenciano sin pronunciar nunca una palabra en dicha lengua? Ancha es Castilla ¿no?...
El señor Rus es muy libre de usar el valenciano que ha aprendido de sus padres y vecinos; o incluso de cambiarse al castellano si con ello gana más dinero y puede seguir fardando de conducir un Ferrari o de lucir un Rolex de oro en la muñeca. Pero, a la hora de dar consejos a los académicos o de opinar sobre cuestiones filológicas, tendría que ir con más tiento, porque su solvencia intelectual y científica en este terreno es todavía más menguada que su estatura física. No estaría mal que los señores Giner, García Sentandreu y algunos de sus correligionarios tomaran también en consideración esta sugerencia, porque me da la impresión que, desde hace tiempo, son demasiados ya los que, cuando dicen lo que piensan en materia lingüística, más que opinar parece que rebuznan.
